El nombre COO proviene de las palabras en inglés Chief Operating Officer, que en español significa Director de Operaciones.
Cuando una empresa es pequeña o está en sus etapas iniciales, no hay tantos procesos que gestionar y el fundador o el CEO (que es el Director Ejecutivo) puede, de cierta forma, encargarse de múltiples tareas a la vez. Sin embargo, conforme la entidad crece, estos procesos se vuelven entonces cada vez más numerosos, complejos y formales. Y el CEO, que solía encargarse de todo, ya no tiene el tiempo suficiente para cubrir todo lo que está pasando en la empresa. Es por ello que, llegados a este punto, la empresa comienza a necesitar a alguien que se enfoque exclusivamente en las tareas diarias, es decir, un COO.
El Chief Operating Officer (COO) es el líder que organiza, coordina, supervisa y optimiza todo lo que hace la empresa. Gracias a su gestión, el CEO se deshace de la responsabilidad de administrar las operaciones diarias, y la empresa puede operar de forma estructurada, rentable y con una ejecución impecable, asegurando así su éxito a largo plazo.
El COO es el segundo ejecutivo de mayor rango dentro de una empresa, ubicado inmediatamente después del CEO (Chief Executive Officer). Esto significa que ocupa una posición importante en la estructura organizativa y tiene un alto nivel de autoridad y responsabilidad.
Por tanto, debido a su posición en la jerarquía, el COO tiene autoridad sobre la mayoría de los departamentos operativos y suele supervisar áreas como producción, logística, tecnología, recursos humanos y servicio al cliente.
Aunado a esto, el COO suele ser visto como la mano derecha del CEO y, en muchas empresas, actúa como su sustituto en caso de ausencia o delegación de responsabilidades. También es común que este puesto sirva como un paso previo para convertirse en CEO, ya que su ocupante desarrolla una comprensión profunda del negocio y de su funcionamiento interno.
La diferencia entre un CEO y un COO es bastante clara.
El CEO es el líder principal de la empresa, quien toma las decisiones más importantes sobre el futuro, como la visión y la dirección en la que quiere que vaya la empresa. Se focaliza, por tanto, en el panorama general y en cómo hacer crecer la empresa.
El COO, por su lado, se ocupa de las actividades cotidianas de la empresa, garantizando que todo funcione de acuerdo a los planes del CEO.
En palabras sencillas: el CEO piensa en el futuro y el COO trabaja para que las cosas se hagan bien en el presente. De esta forma, el COO se asegura de que todo lo que el CEO planifica se ejecute correctamente y la empresa pueda seguir avanzando hacia sus objetivos.
Como podremos ver a continuación, las funciones de un COO son muy variadas:
Una de las principales tareas del COO es vigilar que todas las actividades cotidianas de la empresa se ejecuten de forma correcta, eficiente y de acuerdo a lo planificado. Ahora, es importante señalar que el COO no gestiona cada detalle, pero sí supervisa aquellas áreas y procesos que tienen un gran impacto en el buen funcionamiento de la empresa.
El COO colabora con el CEO para diseñar el plan de acción a largo plazo de la empresa. Una vez que se tiene el plan, es responsabilidad del COO asegurarse de que se ejecute correctamente.
El COO busca constantemente maneras de hacer que los procesos de la empresa sean más rápidos, eficientes y rentables. A su vez, busca que los recursos (es decir, el personal, el dinero y las distintas herramientas y equipos) se utilicen de la mejor manera posible.
Parte importante del trabajo del COO es dirigir a los equipos de la empresa, asegurándose así de que todos estén trabajando hacia los mismos objetivos. El COO también se asegura de que haya una buena comunicación entre los diferentes departamentos.
El COO debe revisar constantemente cómo está funcionando la empresa. Para ello, utiliza datos e informes para evaluar qué áreas están funcionando bien y cuáles necesitan mejorar. Basado en esta información, toma decisiones sobre qué cambios hacer para optimizar las operaciones.
Aunque el CFO (Chief Financial Officer) es el encargado principal de las finanzas, el COO también tiene un rol notable en esta área. Por ejemplo, algunos de sus aportes en el tema financiero, son:
La cadena de suministro es un apartado fundamental para el éxito de una empresa. Por esta razón, el COO vigila que todos los componentes necesarios para la producción y/o entrega de productos lleguen a su destino de manera oportuna.
La innovación tiene mucho que ver con la optimización de procesos. Es por ello que el COO está buscando incesantemente nuevas soluciones e ideas para mejorar las distintas operaciones que se llevan a cabo. De esta forma, la empresa puede mejorar constantemente en términos de competitividad, eficiencia y rendimiento.
Dado que los riesgos son factores que pueden afectar a las operaciones cotidianas de la empresa, el COO está siempre trabajando para detectar, evaluar y mitigar estos riesgos.
Existen varios tipos de riesgos, como los financieros, los regulatorios, los tecnológicos y los de seguridad. Con lo cual, el COO trabaja de cerca con los distintos departamentos correspondientes para implementar estrategias que minimicen el impacto de estos riesgos, asegurando por ende la continuidad del negocio.
Aunque no lo parezca, el COO también se involucra en la formación y el desarrollo de los empleados. La razón es sencilla: busca asegurarse de que cada integrante clave posea las habilidades necesarias para cumplir con sus responsabilidades. Por ende, no es de extrañar que un COO promueva programas de capacitación que permitan a los empleados crecer profesionalmente y contribuir al éxito de la empresa.
Según talent.com, el salario medio de un Chief Operating Officer en Estados Unidos es de alrededor de $149,500 al año. Y para los más experimentados, este sueldo puede ascender hasta los $210,000 al año.
Esta cifra puede variar significativamente dependiendo del país, región y empresa contratante. Asimismo, también puede variar en función de la experiencia, formación y habilidades de cada persona.
El primer paso para convertirse en COO es contar con una licenciatura en áreas como administración de empresas, economía, recursos humanos, ingeniería industrial o cadena de suministro.
Luego, es altamente recomendable realizar un posgrado. El MBA es la opción más común y versátil, ya que este programa te brindará una visión global del negocio, así como pensamiento estratégico y dotes de liderazgo.
Pero más allá de los estudios (que son fundamentales), también es preciso contar con alrededor de 10 o 15 años de experiencia trabajando en el sector para ser considerado para este puesto. La razón detrás de tener que reunir tal cantidad de experiencia se debe a la complejidad del rol. Un COO, además de conocer en profundidad el funcionamiento interno de la empresa, también debe haber enfrentado y resuelto problemas operativos de gran magnitud.
Asimismo, la experiencia permite el desarrollo de habilidades que se consideran claves para el desempeño efectivo del puesto. Algunas de ellas son: la toma de decisiones bajo presión, la gestión de equipos multidisciplinarios, y la capacidad de optimizar procesos para mejorar la eficiencia y rentabilidad del negocio.
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