A partir de un grupo de personas que poseen ciertos rasgos en común, podemos formar un grupo. En cambio, para poder calificar a un grupo como equipo, es necesario que exista un objetivo que requiera la intervención de todos sus integrantes para su consecución.
En cualquier tipo de empresa y organización es muy común escuchar las palabras “grupo” y “equipo” utilizándolos como si fueran sinónimos y por ende pensándose que son intercambiables. Es fundamental poder diferenciar ambos conceptos y sus acepciones para contribuir de forma efectiva al ambiente laboral de una empresa.
La diferencia básica de grupo y equipo es que en el grupo los componentes se limitan a compartir un espacio en un lugar determinado durante un período. Por otro lado, en el trabajo en equipo se logra superar la interdependencia. Esto se logra cuando todos los miembros de un equipo asumen responsabilidades colectivas.
Un grupo se convierte en un equipo cuando hay una interdependencia funcional, junto con una misión, visión y metas. En el caso de facilitar esta transición, se deben brindar varios elementos claves como:
Se entiende como grupo a la colección de una o más personas con algunas características comunes, como un objetivo o interés específico para formar un centro colectivo dentro de la estructura de una organización. Sin embargo, el nivel de interacción entre los miembros es muy débil, por lo que no hay una fuerte dependencia de su trabajo o rendimiento.
Los grupos de trabajo en una organización pueden presentarse asociarse con las siguientes características:
Un equipo es un conjunto de personas que colaboran entre sí de la manera más coordinada y eficaz posible. El trabajo en equipo permite que en una organización se logren resultados de manera eficiente y de forma planificada.
Los equipos más productivos comparten ciertas características consideradas esenciales:
Analizando el funcionamiento de un equipo, se han detectado estrategias que, cuando son puestas en práctica, facilitan la obtención de resultados óptimos:
1- Establecer metas precisas:
Los equipos deben contar con una meta clara. Específica, alcanzable y en relación con la misión de la empresa.
2- Estimular la confianza:
La confianza y el entendimiento dentro de un grupo se irán fortaleciendo con el uso de la comunicación. Es por eso, se deben crear espacios cerrados para poner en consideración los problemas con la intención de resolverlos de manera colectiva.
3- Definir tareas y llamar a las personas adecuadas:
Cada participante conocerá la función a la que ha de desempeñar, las expectativas que se tienen de él o ella, y por consecuencia, evitará un manejo que empeore el desempeño. Esto lleva a una mayor productividad.
4- Estimular uno de los campos de acción que permitirá cumplir objetivos:
El desempeño eficiente de un trabajo en equipo requiere de la confianza que los integrantes tengan entre sí a la hora de compartir obligaciones y dejar de lado todo tipo de competencias prescindibles.
5- Introducir mecanismos de permisibilidad
La mejora continua es la premisa y objetivo cuando se acompaña a cambios, aceptar y dar mediación constructiva, permitiendo juntas para corregir errores y marcando aprendido el camino.
Dedicarse a la gestión de equipos, trabajar con personas y liderarlas de forma efectiva, como tu objetivo, requiere diversas formaciones académicas. Diplomados, programas de máster e incluso MBA. Todas estas formaciones académicas ofrecen conocimientos estratégicos, técnicas y herramientas sobre gestión de recursos humanos, liderazgo organizacional y brindan una formación integral que incluye nociones sobre psicología.
Un MBA (Máster en Administración de Empresas) con especialización en Recursos Humanos brinda a sus egresados la posibilidad de gestionar equipos en organizaciones de cualquier tamaño. Estos programas explican la construcción de estrategias y todo lo relacionado a la administración, otorgando así una visión global del mundo empresarial y desarrollando el talento en liderazgo, desarrollo organizacional, planificación estratégica y gestión del talento.
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