La publicidad engañosa es una tipología publicitaria que busca, de forma malintencionada e inapropiada, cambiar la percepción de un bien o servicio haciéndolo parecer mejor de lo que realmente es.
Se entiende por publicidad engañosa a aquella publicidad que ofrece información confusa o incorrecta alrededor de un producto o servicio. Esto, para inducir de forma deshonesta a su compra.
Promesas exageradas: La publicidad engañosa se caracteriza, casi principalmente, por presentar promesas exageradas sobre los beneficios del producto o servicio anunciado.
Omisión de información importante: Otra característica común, es que se tiende a omitir cierta información importante sobre lo que se está anunciando, lo cual podría influir en la decisión de compra de los consumidores.
Imágenes engañosas: Típicamente, se utilizan imágenes falsas o manipuladas para hacer que el producto o servicio anunciado parezca mejor de lo que realmente es.
Testimonios falsos:Finalmente, es muy habitual incluir testimonios falsos o inventados de personas que supuestamente han utilizado el producto o servicio anunciado y han tenido una experiencia positiva.
La publicidad engañosa afecta tanto a la empresa que lo publicita, como a los clientes que lo consumen. Veamos cuáles son:
Daño a la reputación empresarial y pérdida de la confianza del consumidor.
Aumento del costo de adquirir nuevos clientes.
Pérdida de oportunidades de negocios a largo plazo.
Daño a la moral de los empleados.
Multas y sanciones por parte de las autoridades reguladoras.
Litigios y demandas judiciales por daños y perjuicios a los consumidores afectados.
Pérdida de clientes y disminución de las ventas a largo plazo.
Disminución de la eficacia de la publicidad futura.
Costos adicionales debido al retiro de productos o campañas publicitarias.
Así mismo, algunos malestares que la publicidad engañosa puede causar a los consumidores, son:
Compra de productos no deseados.
Daños a la salud.
Pérdida de dinero.
Engaño y frustración.
Pérdida de tiempo.
Un producto para adelgazar que promete resultados rápidos en una semana, pero además de no ser así, no incluye advertencias sobre posibles efectos secundarios.
Un champú que garantiza detener la caída del cabello, pero la publicidad no menciona que los resultados solo son efectivos para un pequeño porcentaje de personas.
Un suplemento alimenticio que asegura mejorar la memoria y atención, pero no menciona que el producto no está respaldado por estudios clínicos y que puede tener efectos secundarios negativos.
Un automóvil que se anuncia como “de alta eficiencia energética”, pero el fabricante no menciona que el vehículo solo logra ese rendimiento en condiciones de prueba ideales, no en la vida real.
Una oferta de suscripción gratuita a un servicio digital que requiere información de la tarjeta de crédito, pero la publicidad no menciona que después del período de prueba se cobrará automáticamente sin el consentimiento del usuario.
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