No debemos confundir este perfil con el de un profesional clínico, ya que el gestor hospitalario no se enfoca en la atención directa al paciente, sino en la gestión administrativa, financiera y operativa del hospital. Así, mientras los médicos y enfermeros trabajan en la prestación de cuidados, el gestor hospitalario asegura que las condiciones necesarias para dicha atención estén disponibles y optimizadas.
Un gestor hospitalario se distingue principalmente por realizar las siguientes funciones:
La ruta a seguir para llegar a este rol implica:
Conseguir un título universitario en el área sanitaria, pudiendo ser, por ejemplo, medicina, farmacia, o enfermería. No obstante, dado que estamos hablando de un puesto directivo, también podría servir adquirir una titulación relacionada con la gestión, como ADE, economía, recursos humanos, o ingeniería industrial, siempre que se complementen con conocimientos específicos del sector salud.
Tras la formación de grado, será esencial especializarse a través de un posgrado en gestión sanitaria, administración hospitalaria, salud pública, o bien mediante un MBA especializado en salud.
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Luego, dado que no es posible llegar a este cargo sin tener la suficiente experiencia, será fundamental adquirirla en puestos operativos y de gestión. Así, por ejemplo, se puede comenzar trabajando como coordinador de área, supervisor administrativo, jefe de departamento, o en roles clínicos con responsabilidades de liderazgo (es decir, un médico que lidera un departamento, un enfermero que supervisa a otros enfermeros, un farmacéutico que lidera el departamento de farmacia, etc.). Estos puestos permiten familiarizarse con el funcionamiento interno de un hospital, la administración de recursos y la gestión de personal.
A lo largo de todo este proceso (académico y práctico), también es crucial que el alumno o profesional desarrolle competencias de carácter gerencial, como dirección de equipos, toma de decisiones estratégicas, gestión financiera y resolución de conflictos, las cuales son fundamentales para un puesto de alto nivel directivo.
Tampoco debe subestimarse el hecho de hacer networking. Esta práctica, que consiste en cultivar relaciones profesionales, será importante para aumentar aún más las probabilidades de ocupar este puesto.
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