La ética empresarial es hoy un sistema de normas basado en valores humanos generalmente aceptados y que une a los miembros de una misma empresa. Por regla general, la ética empresarial se basa en el respeto no sólo de los intereses de los empleados, sino también de los del público objetivo, los socios potenciales y actuales e incluso con los competidores.
En pocas palabras, la ética social en los negocios implica jugar con las reglas del juego limpio. Al mismo tiempo, existe una idea errónea muy extendida entre los empresarios de que no hay equilibrio entre la ética empresarial y el éxito en las relaciones de mercado. Sin embargo, es la ética empresarial y la adhesión a sus principios básicos lo que suele garantizar la consecución de las cotas deseadas en el ámbito empresarial.
Algo interesante es que los principios básicos de la ética empresarial se parecen en muchos aspectos a los preceptos bíblicos, trasladados a nuestra época y traducidos al lenguaje del mundo moderno.
Quizá el punto más importante del código ético de las empresas es el de los valores humanos universales que ayudan a regular la responsabilidad social de las mismas. Esto incluye el cuidado de los empleados de la empresa, la creación de nuevos puestos de trabajo, la garantía de salarios dignos, la protección de la salud, las prestaciones sociales y mucho más.
La ética empresarial también implica una determinada actitud ante los consumidores. Es decir, alta calidad de los bienes y servicios, así como precios razonables (es decir, justificados) por los mismos. Esto también incluye la máxima honestidad en las campañas publicitarias y en los diversos métodos de promoción empresarial.
En lo referente a los socios, inversores y accionistas, la ética profesional en los negocios exige que se paguen a tiempo las sumas acordadas de antemano, que se cumplan todas las cláusulas de los distintos contratos comerciales y que se facilite la información necesaria.
Así mismo, la ética empresarial se aplica tanto a las relaciones comerciales dentro de un nicho de mercado concreto, así como a la cooperación a nivel global. Para el primer caso, la ética empresarial implica la no discriminación en el mercado laboral, el respeto a la propiedad privada y el cumplimiento de las normas de competencia. Y en el segundo caso, implica la observancia de normas éticas en las relaciones con el personal, los clientes, los proveedores, los socios, etc.
Por lo tanto, la ética empresarial se basa en las siguientes cualidades principales de una persona de negocios:
Evidentemente, incluso un empresario acostumbrado a seguir las reglas de la ética empresarial a lo largo de los años dudará en elegir entre beneficios serios y fidelidad a los principios. Especialmente si está cargado de graves daños a su propio negocio. Sin embargo, hay que recordar que la reputación se gana con el tiempo y puede perderse en un instante. Es decir, todas las políticas cuidadosamente pensadas, e incluso los frutos de esas políticas, pueden ser puestos en peligro por la propia sed de beneficios.
Con el fin de evitar esta situación, todo empresario que desee respetar los criterios éticos en los negocios debe encontrar un equilibrio entre la búsqueda de beneficios y la responsabilidad social. Implica una elección entre el beneficio a corto plazo y el éxito a largo plazo. Además, uno debe determinar por sí mismo la importancia de los valores espirituales y materiales, el interés público y el propio, así como los objetivos personales y los métodos para alcanzarlos.
Es importante darse cuenta de que es el equilibrio entre estos factores, y no el abandono de uno de ellos, la verdadera clave de la prosperidad empresarial a largo plazo.
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