En el medio ambiente, el sol emite enormes cantidades de energía luminosa, y en nuestro planeta se producen dos mil millonésimas partes de esta energía. Sin embargo, un hogar común consume entre 15 y 20 MWh al año. En caso de emplear el 100% de la energía solar, podríamos cubrir toda la necesidad energética de una casa de este tipo con 13 a 17 m2 de paneles solares.
El uso de la energía solar ha estado en la mente de las personas durante siglos. Sin embargo, hoy en día la necesidad de energía solar es más apremiante que nunca. Existen varias razones para ello:
No obstante, el elevado coste de los paneles solares dificulta que se empleen de modo más frecuente. Los paneles se fabrican en pequeños lotes y el coste de producción es mayor que en la producción industrial en masa, y de ahí su elevado precio. La reducción del precio podría lograrse ampliando la producción y aumentando las ventas. Sin embargo, esto no sucederá sin el apoyo financiero del Estado.
La energía fotovoltaica consiste en que los rayos que caen sobre las instalaciones fotovoltaicas se convierten en electricidad, que se utiliza en los hogares, instituciones o empresas. Esto es posible gracias al llamado fenómeno fotovoltaico.
El fotón, como unidad mínima de luz, es un elemento importante para obtener energía de la luz solar. Esta acción puede describirse en los siguientes pasos:
Es un proceso que no parece demasiado complicado, y una gran ventaja de los paneles fotovoltaicos es que no necesitan mantenimiento. El uso de estos paneles no tiene ningún costo adicional y la energía se obtiene de las entrañas del cosmos. Es preciso señalar que a menudo se confunde la energía fotovoltaica con los colectores solares, que se utilizan para calentar agua. Un sistema fotovoltaico instalado no requiere un mantenimiento periódico, ni revisiones ni, por ejemplo, la sustitución del glicol, como ocurre con los colectores, lo que convierte a la energía solar en una de las más fáciles y sencillas de obtener.
Las instalaciones fotovoltaicas pueden funcionar en uno de los dos sistemas: conectados a la red o autónomos.
La primera consiste en la integración de la instalación con la llamada red eléctrica (red pública). De este modo, los usuarios pueden utilizar los recursos energéticos de los distintos compartimentos de la red pública de forma continua. El resto se desvía a una empresa de servicios específica. En este sentido, se acumula un excedente de energía de los hogares. Los usuarios, que reciben energía de la red y la producen al mismo tiempo, se denominan prosumidores.
Los sistemas autónomos funcionan por separado y no están conectados a la red mencionada. En este caso, la electricidad recibida de los rayos se almacena en baterías especiales.
A muchos les parece que se trata de una inversión que se recupera en unos años tras la instalación de los paneles, proporcionando una fuente de energía respetuosa con el medio ambiente que, además, es muy práctica.
Comprar el equipo necesario e instalarlo es caro, pero muchas personas aprovechan este apoyo para reducir considerablemente los costos habituales que tienen que asumir. Además, hay que añadir que la sensibilización de las personas sobre temas medioambientales es cada vez mayor, lo que también tiene un impacto significativo en sus decisiones e inversiones. Las personas que son conscientes de los cambios que se están produciendo en la Tierra y de lo que les depara el futuro debido al cambio climático están deseosas de aplicar medidas medioambientales preventivas. Una de estas soluciones es la instalación de paneles con los que se puede aprovechar la energía renovable.
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