Las normas de seguridad no están ahí para hacer la vida más difícil o llenar de más papeleo tu día. Están para protegernos de los riesgos que existen en el trabajo y que, aunque no siempre se vean, están ahí. La realidad es que un pequeño error o un segundo de descuido puede tener consecuencias graves. Nadie quiere ser el ejemplo de lo que no se debe hacer, ¿cierto? Pero a veces, para que el mensaje cale de verdad, necesitamos enfocarnos en lo que está en juego: la vida, la salud, y todo lo que amamos. Así que, ¿cómo logramos que el equipo no solo entienda, sino que sienta lo importante que es cumplir con estas normas? Aquí te dejo unos enfoques que van más allá del típico discurso de “hazlo porque hay que hacerlo”. Se trata de tocar fibras, de hacer que lo vean y lo vivan como algo vital. Que hasta el más escéptico diga: "Ey, esto es serio".
Ver también: Maestría en Prevención de Riesgos Laborales: ¿De qué trata?
A veces, lo que hace falta es mostrar las consecuencias sin filtro. Estamos hablando de historias reales, de accidentes que han pasado de verdad, y no te estoy diciendo que hagas una película de terror, pero sí que muestres cómo un error o un despiste puede cambiar la vida de alguien para siempre.
Muestra imágenes, videos, o testimonios de personas que han vivido accidentes laborales. Ponles en frente casos que sean cercanos, de su industria o su rol. Cuando ven que los accidentes no son “esas cosas que pasan por ahí” sino que pueden ocurrir aquí y ahora, las cosas toman otra dimensión. No solo es que se enteren de lo que podría pasar; es que lo vean, lo sientan, y les haga clic en la cabeza. Porque, seamos honestos, cuando se trata de seguridad, a veces hace falta ese "susto" controlado para que todos entiendan que no estamos jugando.
Nada pega más fuerte que escuchar a alguien que ha pasado por un accidente laboral contar su experiencia en primera persona. No hay nada más real que eso. ¿Qué tal si traes a alguien, como un invitado de otra empresa o alguien del equipo que haya tenido una experiencia cercana con un accidente, para que cuente su historia?
Y ojo, aquí la idea no es que la gente sienta lástima, sino que entiendan lo importante que es tomar en serio estas normas de seguridad. Visualiza a alguien diciendo: "yo pensé que a mí nunca me pasaría", o "subestimé el riesgo, y esto es lo que pasó". Ahí es donde realmente te das cuenta de que no hay espacio para la complacencia. Estas historias impactan porque no son estadísticas ni ejemplos genéricos, son vivencias de carne y hueso que dejan huella.
Ahora, hablemos de poner a todos en modo supervivencia, pero de forma controlada. Crear un juego o ejercicio de “¿Qué harías si…?” es una de las maneras más efectivas de enseñar sobre seguridad. Pero no estamos hablando de un simple juego de preguntas, sino de situaciones que podrían ser tan reales como la vida misma.
Por ejemplo, plantea un escenario donde hay una fuga de gas, o alguien sufre un corte profundo, o hay un incendio. Pregunta: "¿Qué harías tú? ¿Qué pasos tomarías?". Luego, dale vida a estas respuestas, muestra las decisiones correctas y las incorrectas. Deja claro que, en el mundo real, no hay un botón de reinicio y que una mala decisión podría costar vidas. Este tipo de ejercicios ayudan a que las normas de seguridad se conviertan en algo más que un manual. Se vuelven una parte práctica del día a día.
A veces, para que algo cale hondo, tiene que sentirse personal. Aquí es donde entra el "Mapa de Riesgos" personal y familiar. Invita a cada miembro del equipo a reflexionar y crear un mapa de cómo un accidente en el trabajo podría afectar no únicamente a ellos, sino también a su familia y seres queridos. Hazles preguntas como: “¿Qué pasaría si te lesionas gravemente? ¿Quién se haría cargo de ti? ¿Cómo afectaría esto a tu familia?”.
La idea es que entiendan que no nada más están poniendo en riesgo su propia vida y salud, sino también el bienestar de las personas que los rodean. Cuando lo ven desde esa perspectiva, las normas de seguridad dejan de ser un simple protocolo para convertirse en algo mucho más cercano y urgente. Aquí es donde muchos piensan: "Wow, esto es mucho más grande de lo que pensaba".
Por último, pero no menos importante: haz que todos en tu equipo sientan que tienen la autoridad y, sobre todo, el respaldo para detener cualquier actividad si ven algo que no está bien. Y cuando digo “detener todo”, es exactamente eso: que no haya miedo a parar una máquina, a detener una línea de producción, a alzar la voz si sienten que hay un riesgo.
Esta regla cambia la dinámica por completo, pues no se trataría únicamente de seguir las normas porque ‘hay que hacerlo’, sino más bien de establecer una cultura en la que todos tengan la confianza y el respaldo para protegerse mutuamente. Así, cuando los trabajadores saben que pueden decir 'alto' sin temor a ser penalizados o juzgados, se da un paso gigante hacia una auténtica cultura de seguridad, ya que, en esencia, no hay un equipo más fuerte en el área de la prevención de riesgos laborales que aquel donde cada miembro cuida del otro.
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