El sistema de créditos que se aplica en el sistema educativo español (ECTS, siglas en inglés de European Credits Transfer System), nació como respuesta a la necesidad de la UE de establecer una zona común educativa. El objetivo era facilitar el acceso al mercado laboral y de estudios a personas de los países miembros y de otras latitudes.
La creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) comenzó con el programa Erasmus, ahora integrado en el Sócrates. Son proyectos que resultaron exitosos al unificar la transferencia de créditos y facilitar la movilidad de estudiantes en la Eurozona.
La firma de la Declaración de Bolonia en 1999 estableció el compromiso de hacer realidad esta unión antes del 2010. Los acuerdos fueron adoptar un sistema comparable de titulaciones mediante el uso del Suplemento al Diploma y establecer un régimen educativo basado en dos ciclos: pregrado y postgrado. También se buscaba la cooperación para garantizar criterios y metodologías compartidos, así como la promoción de un desarrollo curricular con énfasis en lo europeo.
El sistema de créditos español comenzó a implementarse después de la publicación del Real Decreto 1125/2003 de 5 de septiembre, donde se oficializó el ECTS. De hecho, se señala que la medición académica está incluida en un nuevo modelo educativo europeo. Este documento orienta las programaciones y metodologías docentes, poniendo el énfasis en el aprendizaje de los estudiantes.
Hubo así una reformulación conceptual del currículo de la educación superior en España. El crédito pasó a ser una unidad de medida alineada con la cantidad de trabajo del alumno, al obtener los objetivos del plan de estudio. Está integrada por las enseñanzas teóricas y prácticas, horas de estudio, trabajo como pasante, investigación realizadas y evaluaciones, entre otros aspectos.
Ha contado con la participación activa de España, incluso desde el comienzo, integrándose a este sistema de créditos desde la fase piloto. Desde sus inicios mostró una buena perspectiva de adaptación, puesto que casi todas las universidades disponen de docentes que siguen el esquema ECTS. Incluso en la Ley Orgánica de Universidades se reconoce la trascendencia de integrarse al EEES.
Es tal la importancia, que la Conferencia de Rectores Españoles (CRUE) le dio prioridad a la armonización del sistema universitario español. No solo apoyaron la instauración del sistema de créditos, también la adopción de un régimen de evaluación que facilite la conversión al Sistema de Calificaciones y Grados, además de la obtención del Suplemento Europeo al Título.
La CRUE aprobó en su plenaria del 2000 una definición para el crédito español ajustado a la Unión Europea. En la misma plantean la integración armónica de las enseñanzas teóricas y prácticas. Además de otras actividades académicas y todo el volumen de trabajo del estudiante.
La diferencia entre ambos sistemas de créditos, estriba en que en el tradicional el énfasis está en las clases presenciales. Es decir, en la labor de enseñanza del profesor en las aulas de clases. En cambio, con el ECTS, lo que se persigue es hacer hincapié en el aprendizaje. Por todo ello, el trabajo formativo de los estudiantes tiene mucha más importancia.
Los créditos miden los esfuerzos de los alumnos enfocados hacia la consecución de objetivos de enseñanza. Le dan importancia a la capacidad del estudiante para aprender y dominar los cursos, al empeño de comprender y analizar con capacidad crítica y de síntesis. Igualmente, se toma en cuenta la capacidad de aplicar todas las enseñanzas teóricas en la práctica.
Es una actividad muy compleja dentro del ECTS. Son muchas las variables que deben ser tomadas en cuenta y normalizadas. Entre estas se cuentan desde la duración del curso, la carga lectiva, dedicación del estudiante, área de estudio de cada titulación, nivel y objetivos propuestos en cada una.
El crédito ECTS tendrá una valoración mínima de 25 horas y máxima de 30 horas. El total de créditos por curso es de 60. Los títulos universitarios serán de grado para el estudio de cuatro años, de máster con uno a dos años de estudio. Por último, también están los estudios de doctorado, para el que se debe contar previamente con un título de máster.
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