Los alimentos perecederos son las sustancias alimenticias que tienen poca durabilidad en condiciones ambientales normales, por lo que es necesario intervenir con alguna técnica de conservación de alimentos con el objetivo de mantener su buen estado.
Los alimentos perecederos son aquellos productos que empiezan a descomponerse de forma rápida y fácil. Los organismos responsables en descomponer a los alimentos son las bacterias, los hongos, y las enzimas.
Temperatura: Los organismos en los alimentos se multiplican rápidamente a temperaturas comprendidas entre los 5 °C y 65 °C (grados Celsius). Si la temperatura está por encima de los 65 °C, las bacterias empiezan morir y la actividad enzimática se detiene, y por debajo de los 5°C, la multiplicación de los organismos se detiene (aunque siguen estando allí).
Humedad: Si existe un gran porcentaje de humedad en el entorno donde hay alimentos perecederos, se proporciona un ambiente ideal para el rápido desarrollo de bacterias.
Presión: La presión es un factor importante en la descomposición de los alimentos.
pH: Los organismos favorecen su reproducción en alimentos con un pH entre 5 y 8. Por esta razón, los productos con un bajo nivel de pH, como el limón o el vinagre, tiene un mayor nivel de conservación. Por tanto, existe la acidificación de alimentos, que consiste en reducir el pH los alimentos para evitar la proliferación de organismos patógenos.
Tienen una duración corta en condiciones normales.
Las propiedades positivas como las vitaminas y las proteínas se pierden conforme avanza el tiempo.
Hay algunos alimentos que perecen más rápidos que otros. Como, por ejemplo, las frutas. Los productos que se suelen guardar en temperaturas bajas, como la carne, tienen menos perecebilidad.
Para mantener el buen estado de los alimentos perecederos es necesario mantenerlos en refrigeración, congelarlos o someterlos a envasados al vacío.
Los alimentos cocinados son también considerados alimentos perecederos.
Las distintas reacciones que pueden tener los alimentos perecederos son de carácter químico (como la oxidación), físico (como la cristalización), o biológico (como la proliferación de microorganismos patógenos).
Los alimentos perecederos deben refrigerarse a temperaturas menores a 5°C o congelados a temperaturas menores a -17°C para evitar la proliferación de bacterias.
El lugar de almacenamiento debe ser higiénico para evitar el contagio de otros organismos.
También, se debe tener en cuenta el tipo de producto a almacenar, pues no todos los alimentos se almacenan correctamente en las mismas condiciones. Por ejemplo, los vegetales requieren de un ambiente frío y con cierto nivel de humedad. Las carnes, por otro lado, deben estar congeladas y en un ambiente con poca humedad.
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