La salinización de los suelos es un problema que afecta a innumerables terrenos alrededor del mundo. La alta presencia de sales en las superficies de los suelos aqueja, entre otras cuestiones, la producción agrícola eficiente. En algunos casos, la salinización en los suelos es tan alta, que la agricultura es básicamente imposible.
Dependiendo de las circunstancias, un suelo con alto porcentaje de sal puede ser solucionado, pero los costes pueden ser elevados. Y aunque a veces la causa es de origen natural, lo cierto es que la actividad humana incide en la transformación inoportuna de estos suelos.
La salinización del suelo es el aumento de sal en la superficie del suelo. Este proceso de intensificación del porcentaje de salinidad en el suelo puede ser de origen natural, por actividad humana (antrópico) o por una combinación de ambos.
Debido a que el tipo de sal más común en la salinización del suelo es el cloruro de sodio (sal común o sal de mesa), a este fenómeno natural se le denomina también suelo salino-sódico.
Así, estos son los tipos de salinización de suelos que existen:
La causa de la salinización del suelo puede ser de origen natural o antrópico (producido por los humanos). De forma genérica, la salinidad en los suelos se genera cuando la entrada de sal en los suelos es mayor que su salida. Es decir, que progresivamente la sal se va acumulando hasta tal punto que se crea la salinización en el terreno.
El elemento responsable de este fenómeno es el agua con sales disueltas (agua salada).
A continuación, se detallan las causas de ambas fuentes:
Costas marítimas: El viento transporta partículas de sal desde el mar hacia las orillas costeras, generando salinización del suelo.
Desiertos: Suelos salinos por la evaporación intensa de las aguas que han pasado por dicha zona a través de los años.
Terrenos de agricultura: La salinización en los suelos de agricultura se produce por una implementación deficiente en las técnicas de mantenimiento del terreno de cultivo. Por ejemplo: mal drenaje, deficiencia en el riego de agua, emplear sustancias de residuo animal incorrectamente y uso indebido de fertilizantes.
Disminución de la fertilidad del suelo.
Incapacidad para cultivar y cosechar plantas.
Reducción de productividad en los cultivos por toxicidad de iones.
Descenso del potencial hídrico.
Problemas para absorber los nutrientes.
Desestabilización nutricional de los suelos y las plantas.
Acumulación de cloro, sodio y boro en diferentes lugares de las plantas (semillas, tallos y hojas).
Variaciones en los niveles de acidez.
Realizar un lavado de suelo para limpiar el exceso de sal y recobrar la salinidad normal del terreno.
Ejecutar un drenaje subterráneo para controlar el nivel de salinidad de un terreno.
Colocar abono orgánico de forma correcta y en cantidades adecuadas.
Verificar la conductividad eléctrica del suelo cuando un nuevo ciclo de cultivo empiece.
Emplear un sistema eficiente de drenaje para mantener un buen porcentaje de agua en el terreno.
Supervisar el agua entrante en los terrenos para evitar la salinización del suelo.
Aprovechar el cultivo por fajas cuando existan problemas de drenaje y salinidad.
Medir constantemente la concentración de sal contenida en el suelo para tomar previsiones a tiempo.
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