El término crisis ecológica se emplea para referirse a los problemas medioambientales que provocan cambios negativos no sólo en la biosfera sino también en la sociedad. Su uso tiene en cuenta que el hombre, como ser natural, forma parte del ecosistema, que se modifica como consecuencia de sus actividades (principalmente la producción), que los fenómenos naturales y sociales constituyen un todo unido y que su interacción se manifiesta en la destrucción del ecosistema.
Se denomina crisis ecológica al desequilibrio entre las condiciones naturales y el impacto humano en el medio natural. Esto supone una alteración de los componentes naturales y sociales del medio ambiente y muestra el nivel de amenaza a la estabilidad del funcionamiento tanto de la biosfera como de la sociedad, cuestionando la propia existencia del hombre como ser natural y social.
La crisis ecológica tiene 3 formas de manifestarse:
La contaminación es el estadio más bajo del desequilibrio ecológico.
El desequilibrio significa una reducción considerable de la capacidad del ecosistema y de la biosfera para autorregularse, y la intervención humana es necesaria para establecer un equilibrio entre las condiciones naturales y las influencias.
La destrucción se refiere a una fase de degradación del ecosistema en la que la renovación de sus funciones se hace casi imposible o requiere un esfuerzo humano considerable durante un largo periodo de tiempo. En otras palabras, la destrucción es un desastre medioambiental global.
La crisis medioambiental está articulada en dos partes.
Los recursos naturales se dividen en dos grupos: renovables y no renovables.
Los recursos renovables incluyen grupos forestales, la flora y la fauna, etc. A través de la destrucción incontrolada de los recursos renovables, la apropiación y alteración de la naturaleza por parte del hombre puede provocar un desequilibrio ecológico, cuyas consecuencias pueden causar múltiples daños a su existencia.
Los recursos no renovables son aquellos cuya cantidad es limitada y no pueden renovarse. Entre ellos se encuentran las reservas de combustibles fósiles y los limitados depósitos de metales. Actualmente no hay consenso sobre la cantidad de recursos no renovables ni sobre el momento en que algunos de estos recursos se explotarán por completo. Sin embargo, no cabe duda de que en un futuro próximo o lejano se utilizarán y que esta situación debe tenerse en cuenta en la planificación futura.
También se distingue entre recursos agotables e inagotables. Los recursos agotables (tierra, bosques, agua, minerales, fauna) se encuentran en distintas fases de degradación. Los recursos naturales inagotables (solares, climáticos, energéticos), aunque se llamen inagotables, son problemáticos en cuanto a su calidad, lo que se corresponde con el impacto de estos recursos sobre el ser humano (aumento de los agujeros de ozono, lluvias acidas, etc.).
La dependencia de la degradación del medio natural, su contaminación, se manifiesta tanto por el número y la concentración de la población, como por la naturaleza de la tecnología, el modo de producción y el consumo. Sin embargo, en la sociedad moderna todos estos factores han provocado cambios en el medio ambiente, lo que nos permite hablar de su contaminación y de la responsabilidad de las personas por este estado del medio ambiente.
La ley sobre la protección del medio ambiente estipula muchos requisitos para las empresas, las construcciones, la industria, la agricultura, establece sanciones por la violación de las normas ecológicas, pero la ley no tiene incentivos para su aplicación, y hasta que cada ciudadano sea consciente de que forma parte de la conciencia ecológica única del país y del mundo en su conjunto, no se podrá hablar de una salida de la crisis.
El panorama que caracteriza al mundo actual tampoco ofrece ninguna base para una valoración puntual y esperanzadora. Actualmente hay entre 1.500 y 2.000 millones de personas hambrientas en el mundo, más que la población total de finales del siglo pasado. En todo el mundo, 60 millones de personas mueren cada año, 20 millones de ellas de hambre. El estado de los recursos naturales tampoco es un panorama reconfortante. Si el consumo continúa al ritmo actual, las reservas existentes (a excepción del cromo y el hierro) se agotarán en unos 50 años, etc. En consecuencia, la crisis ecológica también es global y, por tanto, su resolución satisfactoria requiere la cooperación multilateral e internacional.
Así, entre los signos creíbles de la crisis medioambiental se encuentran los problemas nutricionales, la explosión demográfica, el agotamiento de los recursos naturales y la grave contaminación del entorno natural.
Entre las causas del agotamiento, la contaminación y la destrucción del medio natural, que emanan de las actividades antropogénicas del hombre, podemos distinguir las objetivas y las subjetivas.
Entre las objetivas se encuentran los siguientes:
Entre las causas subjetivas de la crisis ecológica se encuentran:
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