Una empresa tiene que hacer movimientos sucesivos para convertir las materias primas en productos finales. Y unos cuantos movimientos más para hacerlos realidad ante el consumidor. Vamos a hablar de los 4 primeros, dentro de los cuales se produce la creación de una mercancía.
Llegados a este punto, hay que elaborar un plan en el que se indiquen los servicios o productos que pueden satisfacer las necesidades de los clientes. Es mejor centrarse en aquellas gamas que den el máximo beneficio con el mínimo coste. Es una buena idea poner de relieve estos productos al elaborar una estrategia para el próximo año o dos. Todo esto es necesario para aprender a gestionar los recursos disponibles. Además, elabora indicadores que puedan servir de guía a la hora de redactar la estrategia.
En este punto es donde entra en juego el establecimiento de relaciones con las contrapartes: proveedores, colegas, intermediarios. Tienen que ser fuertes y fiables, entregar las materias primas a tiempo, recoger los lotes y no defraudar. Hay que tener cuidado a la hora de seleccionar las empresas con las que se va a firmar un contrato y anotar todos los términos y condiciones: entrega, pago, retrasos, etc. En otras palabras, incluso antes de firmar el contrato, hay que asegurarse de que se tiene una buena relación con ellas.
Es decir, incluso antes de que llegue el producto en sí, hay que empezar a fijar los precios, la elaboración, la entrega y el pago a los proveedores. Asimismo, es necesario crear métricas específicas que ayuden a supervisar y mejorar continuamente las relaciones.
Los gestores de la cadena también pueden fusionar procesos entre ellos o separarlos en líneas distintas. Este procesamiento incluye la comprobación de las entregas, la remisión a la capacidad de producción, la transferencia de los pagos a la automatización o la autorización a través del software.
Es el tercer paso, en el que los productos que quieren los clientes se ponen directamente en producción.
Aquí se diseñan, crean, prueban, controlan y envasan lotes enteros de productos para su venta. Se asignan a sectores en el almacén y se preparan para su envío. El gestor tiene que planificar todo para que no haya retrasos o, por el contrario, no haya tiempo suficiente para todos los pasos necesarios.
Por eso se suele comprobar esta parte del trabajo, y se puede medir la productividad, los volúmenes, se hacen planes en función de la capacidad, se investigan los niveles de calidad y se estudian formas de mejorarlos.
Tal y como su nombre indica, el objetivo de este paso es enviar el producto al cliente en el lugar de destino en el plazo previsto. Debe recibirlo en el día señalado y en el lugar especificado. A esta fase también se le llama logística, sobre todo si la empresa colabora con otras organizaciones, como empresas de mensajería.
A menudo, una empresa busca establecer una red de compañías de reparto y almacenes externos para ahorrar en el alquiler y en sus propios mensajeros. Se establece un sistema especial para facturar a los clientes, lo que minimiza el tiempo dedicado a la firma de los cheques.
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