Una coreografía se define como la realización de una sucesión de movimientos corporales, que van acompañados al ritmo de una música, los cuales han sido previamente planeados y ensayados.
La coreografía puede ser interpretada tanto por un único bailarín como por un grupo de ellos, siendo esta última la más empleada a nivel mundial.
En este artículo aprenderemos, paso a paso, a cómo crear una coreografía.
En primer lugar, determina el ritmo musical de la coreografía: ballet, tango, salsa, hip hop, zumba, etc. También, si tienes conocimientos en más de un estilo, no olvides considerar en combinar algunos de ellos para tratar de realizar una interpretación más original.
Justo después de haber elegido el ritmo musical, es momento de seleccionar la canción a coreografiar. En este punto, es importante que optes por aquella canción que te transmita algún tipo de emoción, de esa manera evitarás componer una obra vacía y carente de mensajes.
Para una buena actuación, es necesario que esta tenga sentido y pueda transmitir algo emotivo.
La canción será la base de tu interpretación. Por esta razón, es elemental conocer la canción a detalle y empaparse de ella hasta más no poder.
Ello incluye estudiar la letra, descifrar el mensaje, analizar el ritmo, aprenderla de memoria, conocer su estructura (intro, estrofa, pre-estribillo, estribillo, puente y final) y detallar otras características más.
Posterior al estudio de la canción, es hora de iniciar con los primeros pasos del baile. En esta fase resulta conveniente dejar al cuerpo expresarse a su antojo y sin un propósito en concreto.
Dejar que los pasos fluyan naturalmente es una buena forma de empezar, ya que el camino se tornará más simple.
Estas primeras expresiones serán la base de la interpretación, y aunque al principio los movimientos no sean perfectos o parezcan que no tienen un fin claro, estos se irán amoldando conforme vayamos trabajando hasta conseguir una coreografía que nos guste.
Es importante plasmar en algún lado los pasos que se van ejecutando para evitar que se nos olvide. A menudo solemos pensar que los movimientos creados se quedarán en nosotros permanentemente, pero por distintos motivos no siempre es así.
Una vez tengas tu coreografía terminada, fílmate. De esta forma podrás visualizarte y ser crítico contigo mismo sobre qué movimientos hay que cambiar, eliminar o mejorar.
Puedes repetir este proceso tantas veces como quieras hasta lograr una presentación que realmente te guste.
La práctica hace al maestro. Estar efectuando la coreografía una y otra vez mientras se van implementando las mejoras pertinentes y puliendo detalles, es un excelente modo para alcanzar una buena técnica de ejecución y adquirir confianza en nosotros mismos de cara a la presentación final.
Eso sí, no hay que llegar al extremo de la fatiga, el descanso también es importante dentro del proceso.
No te olvides del vestuario, la indumentaria también forma parte de tu interpretación. Asegúrate de elegir aquel que más encaje con la presentación y que además te haga sentir cómodo.
Practica tu coreografía con el vestuario puesto, así te acostumbrarás a él y evitarás errores por llevar algo con lo que no estás familiarizado.
Así como el vestuario, el escenario también constituye un elemento importante dentro de la interpretación.
Piensa que el entorno debe tener sentido según aquello que planeas realizar, por lo que componentes como la iluminación, plataforma, decoraciones, sonido y demás, juegan igualmente un rol significativo en tu obra.
No dudes en implementar modificaciones en tu obra si así lo consideras oportuno. A veces, cuando una coreografía está terminada, es erróneo pensar que esta no puede ser cambiada, sobre todo cuando se ha practicado muchas veces.
Si el tiempo lo permite, no dudes en corregir aquellas partes con las que no te sientas cómodo.
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Comentarios 3
muy buena info.
Fue de mucha ayuda esta información.
Que gusto me da