Toda empresa está situada y funciona en un entorno determinado, y toda acción sólo es posible si el entorno lo permite. La empresa se encuentra en un estado de intercambio constante con el entorno externo, lo que garantiza su supervivencia, ya que este sirve como fuente de recursos productivos necesarios para construir y mantener la capacidad productiva. La empresa y sus servicios están fuera del control del entorno externo. Los acontecimientos que se producen fuera de la empresa en el entorno exterior obligan a los directivos a modificar la estructura organizativa interna para adaptarla a las nuevas condiciones.
El entorno externo de una empresa son todas las condiciones y factores que surgen independientemente de las actividades de la empresa y que tienen un impacto significativo en ella. Los factores externos suelen dividirse en dos grupos: factores de influencia directa (entorno inmediato) y factores de influencia indirecta (macroentorno).
Los factores de impacto directo son aquellos que tienen un impacto inmediato en las actividades de la empresa: en algunos lugares las condiciones de la economía de transición, el Estado es quien determina en gran medida la eficacia de las actividades de las empresas, principalmente la creación de un mercado civilizado y las reglas del juego en este mercado.
El entorno exterior se subdivide en:
Las principales variables de una organización son: personas, metas, estructura, objetivos y tecnología.
La iniciativa empresarial es una función económica específica de la empresa, llevada a cabo por uno o varios individuos (el equipo empresarial), para encontrar y explotar nuevas oportunidades de mercado con el fin de crear una ventaja competitiva y aumentar el valor de la empresa. La creación de nuevo valor requiere: iniciativa, responsabilidad, combinación de factores de producción (gestión de recursos), innovación, riesgo.
El riesgo empresarial es cualquier acontecimiento, cuya probabilidad puede estimarse, debido al cual los flujos de caja previstos de una empresa pueden diferir de los esperados. La rentabilidad ajustada al riesgo debe superar, como mínimo, el valor del capital necesario para cubrir los riesgos.
Una de las clasificaciones modernas de los riesgos es la siguiente:
Una gestión de riesgos eficaz requiere un sistema claro de recogida y tratamiento de la información sobre riesgos. Una forma visible es un mapa de señales que muestre los riesgos (desglosados por categoría e importe) específicos de cada unidad de negocio y que derive una rentabilidad global del riesgo.
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