La teoría del aprendizaje social explica la forma en que las personas aprenden de un determinado contexto social, y cómo sus conductas pueden ser influenciadas dependiendo del tipo de ambiente en el que se encuentran.
La teoría del aprendizaje social es la que plantea que las personas aprenden de su entorno social mediante la observación, la recompensa o el castigo.
Aprendizaje por observación: Es el que se produce cuando un individuo observa e imita el comportamiento de otros. Por ejemplo, si un niño observa violencia en su hogar, bien sea física o verbal, las probabilidades de que este niño adopte el mismo comportamiento en un futuro son mayores que aquel niño que no vivió en un entorno violento.
Aprendizaje por recompensa: Es el que ocurre cuando un individuo obtiene cierta recompensa luego de haber adoptado una determinada conducta. Por ejemplo, sacar buenas notas por haber estudiado y ser premiado con un juguete deseado. Ello motivará el mismo comportamiento en futuros escenarios.
Aprendizaje por castigo: Es el que se genera cuando individuo recibe cierto castigo luego de haber adoptado una determinada conducta. Por ejemplo, un adulto tira una basura en la calle, el cual es visto por las autoridades locales y recibe como castigo una multa de 200$ por dicha acción. Ello motivará a que la persona no vuelva a realizar el comportamiento en futuros escenarios.
La teoría del aprendizaje social señala que para que una conducta se aprenda en un determinado entorno social, debe contener las siguientes características:
Observación: Contemplar determinados comportamientos en otras personas.
Retención: Asimilar y recordar los comportamientos observados.
Imitación: Reproducir los comportamientos aprendidos.
Motivación: Razón para ejercer dichos comportamientos.
Esta teoría tiene sus indicios en el siglo XIX, cuando Cornell Montgomery propuso que las personas aprendían de su entorno social a través de 4 fases:
Contacto con el entorno.
Imitación de las personas.
Entendimiento conceptual.
Patrones de comportamiento a seguir.
Pero no fue hasta el año 1961 que el psicólogo canadiense-estadounidense Albert Bandura realizó un experimento para desarrollar de forma más amplia esta teoría. El trabajo que llevó a cabo fue llamado como el Experimento del muñeco bobo.
Para realizar esta tarea, se utilizaron 72 niños en total (36 niños y 36 niñas), y se dividieron en 3 grupos de 24 niños. A un grupo lo sometieron a un contexto social agresivo y a otro grupo a un contexto social no agresivo. Los 24 niños restantes pertenecían a un grupo de control.
Para obtener una evaluación precisa del experimento y evitar la influencia de conducta de unos niños sobre otros, se examinó a cada niño individualmente, y no al grupo entero.
Dentro de la sala de experimento se encontraba el muñeco de prueba (muñeco bobo) y otras distracciones.
Los resultados concluyeron que aquellos niños que fueron expuestos al contexto de agresividad, en el cual el adulto golpeaba e insultaba al muñeco, eran más proclives a imitar dicho comportamiento que aquellos niños que fueron expuestos a un contexto no agresivo.
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