Todo sistema se analiza y evalúa por el conjunto de actividades que es capaz de realizar. Está claro que la cultura organizativa es un sistema muy complejo y multifuncional. La prioridad y la importancia de cada una de las funciones puede variar en función de las características de la cultura organizativa, sus objetivos, la fase de desarrollo, la influencia de parámetros externos, etc. A la vez, el conjunto de funciones de la cultura organizativa permanece inalterado e incluye un conjunto estable de funciones.
La función principal de la cultura organizativa es generar un sentido de identidad para los empleados de la empresa, una imagen del nosotros colectivo, así como garantizar la armonización de los intereses organizativos e individuales. Asimismo, las funciones de la cultura organizativa incluyen:
El objetivo de esta función es moldear las actitudes de las personas hacia una correcta comprensión de los valores que ofrece el entorno organizativo. La pluralidad de sistemas de valores y la exposición a cualquier influencia obligan a veces a las personas a abandonar los valores e ideales universales positivos y a elegir orientaciones de valores inmorales.
Los valores personales se desprenden verticalmente de los valores de los grupos sociales. Esta elección y asimilación de valores por parte de una persona pasa por su sentido de identidad, por su pertenencia a tal o cual colectivo. Dichos grupos reducidos pueden servir como una especie de filtro, acelerando, ralentizando o incluso impidiendo la asimilación de valores. La cultura organizativa influye en la visión del mundo de los empleados. Los valores de la organización se convierten en valores individuales y colectivos, o entran en conflicto con ellos. La cultura organizativa es una capa interna de la actividad estratégica y táctica porque incorpora los valores y las orientaciones del personal.
Debido a su orientación integradora, esta función conduce a la identificación de los empleados con la empresa y establece normas reguladoras del comportamiento de los empleados, haciendo que su comportamiento sea predecible y controlable. Es a través del desarrollo de esta función que nacen las actitudes laborales que conducen no sólo a la satisfacción en el trabajo sino al compromiso con la organización en su conjunto.
La función normativa-reguladora permite controlar las formas de comportamiento y percepción, produciendo las más adecuadas desde el punto de vista de la organización, es decir, la cultura organizativa actúa como indicador y regulador del comportamiento. Sobre la base de la comparación del comportamiento real de los individuos, los grupos con los ideales declarados, podemos hablar de acciones positivas y negativas. La cultura organizativa tiene que provocar una actitud seria y considerada hacia el trabajo, que contribuya a mejorar la calidad del mismo.
Dentro de los límites de la cultura organizativa, esta función permite a un empleado realizar motivos personales, como la tendencia a aprender, el deseo de comprender mejor su mundo y su lugar en él, definir su posición y su estatus en un equipo de personas, conocer su yo, sus lados fuertes y débiles, etc.
En el marco de esta función, un empleado asimila la cultura organizativa en la fase de adaptación, lo que facilita su inclusión en la vida del equipo y en las actividades de la organización. La cultura organizativa está directamente relacionada con los efectos de la educación y la formación, ya que ayuda a los recién llegados a adaptarse a la organización.
Por medio de los valores aprendidos, las normas de conducta empresarial y la ética de la comunicación, el establecimiento y el uso de flujos de comunicación eficaces, proporcionando la comprensión mutua, la interacción y la uniformidad en el análisis y la evaluación de cualquier tipo de información, cualquier tipo de actividad.
El desarrollo de una comunicación eficaz refuerza la implicación de cada empleado en los asuntos de la organización y en los problemas que ésta resuelve. Con esta función se satisface la natural e imprescindible necesidad de información existente en la actualidad. Mediante los valores de la empresa, las normas de comportamiento y otros elementos culturales, los empleados se entienden e interactúan entre sí. Reproduce los mejores elementos de la cultura adquirida, crea nuevos valores y los almacena, construyendo una memoria organizativa.
La pertenencia a una cultura organizativa sólida es ya un poderoso incentivo para el aumento de la productividad, así como el deseo de actuar en interés y en beneficio de esta. La gran misión, las relaciones benévolas ejemplares, el sistema bien pensado de estimulación material y social, el estilo cómodo y los procedimientos de gestión, que son las partes de la cultura organizativa, tienen un gran efecto motivador en el trabajo del personal de la empresa.
La cultura organizativa facilita el proceso de unir los esfuerzos de todos los departamentos (subsistemas) de la empresa para alcanzar sus metas y objetivos. Moviliza al personal, codirige los intereses de los servicios funcionales, distingue a los empleados, dirige todas las divisiones y se ocupa de los fines generales.
Esta función consiste en desarrollar el sistema de estabilidad social en la organización, logrando un consenso general sobre la base de la acción unificadora de los elementos más importantes de la cultura, el crecimiento de la cohesión del equipo. La cultura organizativa es una barrera para la penetración de tendencias indeseables y valores negativos, o un caos de valores, característicos del entorno externo.
Ayuda a distinguir entre nosotros (la organización) y ellos (el entorno externo). Asegura la lealtad y el compromiso de los empleados con la empresa. La cultura organizativa da a los empleados una identidad organizativa y define una imagen intragrupal de la empresa, y es una fuente importante de estabilidad y continuidad en la organización.
Suscríbete a nuestro Magazine
Recibe Artículos, Conferencias
y Master Class
RRHH
RRHH
RRHH
Comentarios