Hoy en día, es fundamental ser capaz de asumir funciones de liderazgo en entornos competitivos profesionales. Poder asumir retos y tener habilidades de liderazgo son cualidades imprescindibles para trabajar organizando, gestionando y dirigiendo diferentes departamentos dentro de la empresa.
Los cambios económicos, políticos y sociales hacen que sea fundamental contar con líderes preparados y versátiles, capaces de adaptarse a las diferentes circunstancias y evaluar los recursos y capacidades. En este sentido, hay otras exigencias fundamentales para quienes vayan a desempeñar este rol, que pasan por la gestión del tiempo, la capacidad organizativa, la flexibilidad y la capacidad para asumir las responsabilidades.
Según el portal MBA & Educación Ejecutiva, la multiculturalidad es un valor importante en la persona. Llevaron a cabo un estudio con el fútbol de élite masculino como contexto y llegaron a varias conclusiones:
Por otra parte, las habilidades motivaciones las destaca la revista científica Innovación y Gerencia: “Significa entonces que el verdadero desafío de los líderes se centra en ganar la confianza y el respeto del equipo, manteniendo su nivel de motivación, ayudándolo a superarse constantemente, convirtiéndolo de esta manera en un equipo de alto desempeño”.
Un buen líder necesita estar bien informado, y no solo eso, sino que no debe estancarse en lo que ya sabe. Todo evoluciona y debe ser capaz de prever una crisis, actuar ante ella, comprender qué nuevos perfiles deben incorporarse en la empresa… En definitiva, debe ser capaz de adaptarse y anticiparse.
Del mismo modo, es tarea del líder que todos los miembros de la organización se impliquen en el éxito de la empresa y remen en la misma dirección. Debe saber cómo sacar el máximo potencial de cada uno y crear un entorno de misión compartida en el que se sientan valorados.
El aprendizaje individual no garantiza el aprendizaje organizacional, pero no hay aprendizaje organizacional sin aprendizaje individual. (Innovación y Gerencia. Revista científica arbitrada, pp. 101, 2010).
Y muy unido a ello, la resolución de problemas. Ahí está la diferencia entre un jefe y un líder. Un jefe enfrenta los problemas, muchas veces como puede, y se dispone a otras tareas. Por el contrario, un buen líder prevé los problemas, los analiza, identifica las oportunidades y trabaja entorno a ellas.
Un buen líder debe ser capaz de explicar sus ideas y, sobre todo, mantener una comunicación constante con los empleados. En este sentido, la comunicación favorece las buenas relaciones y la creación de vínculos, con lo que volvemos al punto de la motivación y el refuerzo.
Debe esforzarse en formar a los empleados, en invertir tiempo y recursos para su desarrollo, lo que favorecerá que alguno pueda convertirse en el siguiente líder. Posibilita que ganen experiencia y trabajen en varios departamentos, aunque sea indirectamente, para que todos sean conscientes de lo duro que es el trabajo de los demás y no lo desmerezcan.
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