La organización de eventos comienza siempre con una idea, una propuesta, la necesidad de alguien de organizar un evento o incluso con una obligación; y todo ello puede responder a las más variadas circunstancias.
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Otras de las disciplinas que de manera importante intervienen en la organización y el diseño de eventos, son el interiorismo y el diseño de interiores. Al igual que en otras materias es las que es probable que contemos con expertos en el tema (como la iluminación, el diseño gráfico o el sonido), las bases de ambas disciplinas deben ser estudiadas, para tener así la capacidad de componer la imagen global del evento que vamos a coordinar.
El interiorismo no se reduce a decorar con mayor o menor armonía, si no que establece parámetros que rigen la arquitectura de interiores y su relación con el entorno, y, por tanto, trata temas tan importantes como la concepción del espacio interior, el color, la iluminación de interiores, la utilización de los materiales, etc. Elementos que toman gran importancia en los proyectos de diseño y puesta en escena de los eventos.
El diseño de interiores es la disciplina que se encarga de la manipulación del volumen espacial y del tratamiento superficial del espacio interior. No debemos confundirlo con la decoración de interiores, ya que el diseño trata también aspectos de la psicología ambiental, de la arquitectura y del diseño de producto, además de la decoración. El diseño de interiores es una práctica creativa que establece una dirección conceptual, refina la dirección del diseño y elabora documentos gráficos de comunicación y de construcción.
El interiorismo es una profesión bastante nueva. Para entender el interiorismo actual, es importante realizar un repaso a la historia y a los periodos más significativos para el diseño. Según la experta Mary Gillat, al estudiar los periodos de la historia y sus estilos correspondientes se pueden ver las temáticas principales o las tendencias fundamentales de la decoración (y del arte en general) que han vuelto a reaparecer a lo largo de los siglos, aunque con aspectos diferentes. Según esta autora, los periodos más destacables son el clásico, el gótico, el barroco y el rococó.
Viene de las antiguas Grecia y Roma, y se fundamenta en sus formas y reglas matemáticas de la proporción. El estilo clásico es aplicable a la arquitectura y al arte, y también a la decoración de interiores. La experimentación y la creatividad del Renacimiento en los siglos XV y XVI pone fin al apego medieval a los detalles del gótico y da una vuelta al clasicismo. A partir de este momento, los motivos romanos comienzan a ocupar un lugar en la ornamentación. No es hasta el S.XVIII cuando se configura un estilo realmente internacional, el neoclasicismo, que hasta principios del S.XIX domina en todos los interiores arquitectónicos en Europa y Norteamérica. Este estilo estaba marcado por la simetría, el equilibrio, la armonía y la proporción, combinados con temas decorativos clásicos. Fue la época denominada “época de la elegancia”.
A principios del S.XIX resurge de nuevo el clasicismo y los estilos inspirados en este, combinándose con otros del renacimiento. Según la autora ya citada, en los edificios e interiores del periodo postmoderno, en el estilo predominante durante el último tercio del S.XX, se incorporaron elementos y proporciones clásicos.
El estilo gótico predominó en los S.II y XV o XIV en la arquitectura de Europa occidental, hasta ser desplazado por el clasicismo renacentista. El decorado gótico estaba inspirado en la decoración de las iglesias medievales, con sus motivos de tréboles de tres y cuatro hojas, sus arcos ojivales y su tracería perforada. El estilo gótico fue, durante el S.XVIII, fuente de inspiración para una gran parte de la arquitectura doméstica, para diseñar muebles y detalles arquitectónicos, aunque con una línea más ligera y delicada que la original.
El estilo gótico reaparece a finales del S.XVIII y XIX como contrapunto al neoclasicismo. A finales del S.XX, el estilo gótico tiene un repunte con gran abundancia de interiores góticos, así como de telas y papeles pintados.
La evolución del Renacimiento y el clasicismo en el S.VIII da origen al estilo barroco, iniciado en Italia y extendido por toda Europa a finales de dicho siglo. Francia es el país donde más se desarrolla este estilo durante el reinado de Luís XIV, el Rey Sol. A partir de la segunda mitad del siglo, el barroco se extiende a Gran Bretaña y a finales del S.XVII a América.
El estilo decorativo barroco se caracteriza por ser magníficamente ornamentado, teatral, exuberante, con formas algo pesadas, diseños a gran escala, abundantes enlucidos elaborados, decorados metálicos, tallas labradas en madera, revestimientos y artesonados, pilastras, repisas y tapicerías.
Para muchos investigadores, el barroco fue, a pesar de su grandilocuencia, el primer estilo que trató el espacio como un lugar para vivir en él y no para contemplarlo. El mobiliario se combina para decorar el espacio y no es mero objeto complementario de la arquitectura.
Nace en París a principios del S.XVIII en reacción a la opulencia del barroco. Se caracteriza por su asimetría en los decorados tallados y pintados, estucados, en los paneles y en los muebles. Sus colores fueron una auténtica revolución para la época, pasteles en tonos de azul, rosa y verde pálido que se aplicaban en combinación con grades espejos, candelabros, y apliques para mayor éxito de la brillantez y de la luminosidad.
Con épocas muy extravagantes, el rococó dio paso en las últimas décadas del S.XVIII a la época del neoclasicismo, repuntando a mediados del S.XIX como estilo de los ricos. Este renacimiento derivó en Francia en el desarrollo del “Art Nouveau”.
Según Jenny Gibas, a medida que avanzaba el siglo XIX, la batalla de estilos condujo en Europa y en EEUU hacia una arquitectura y unos interiores cada vez más excesivos, lo que provocó una reacción que derivó en una vuelta hacia estilos más sencillos y ligeros. Aparecen también movimientos reformistas como el “Arts and Crafts” en Inglaterra. A finales de este siglo, aparece en Europa el modernismo (Art Nouveau), cuyas formas asimétricas y curvas influyeron en la arquitectura y el interiorismo de muchos países europeos.
En EEUU florece un estilo ecléctico, el “Beaux Arts”, que supone un desarrollo importante del interiorismo decimonónico que combinaba una serie de estilos históricos y enfatizaba el confort y la armonía. Comienzan a integrarse en los interiores mecanismos de comunicación, baños, cocinas, ascensores y sistemas eléctricos. A partir de este momento, y según Jenny Gibas, “los interioristas y arquitectos tuvieron que aprender a integrar nuevas tecnologías en sus proyectos”.
Durante el periodo de entreguerras, el estilo de moda era el Art Déco, que toma su nombre de la primera exposición de artes decorativas. A finales de 1920, el Movimiento Moderno, nacido de la Bahaus (que defendía el funcionalismo y la restricción al mínimo en el uso del color, la ornamentación y los detalles arquitectónicos), desplazó al Art Decó.
Según avanza el S.XX, comienza a surgir una brecha cada vez mayor entre el proyecto arquitectónico de los edificios y su decoración interior. La II Guerra Mundial frenó en Europa, durante dos décadas, la actividad de arquitectos e interioristas. De la mano de decoradores ingleses dedicados a la decoración de casas de campo, surge el estilo rústico que florece rápidamente gozando de mucha popularidad, sobre todo en EEUU. Se produce durante un tiempo una vuelta a las disciplinas clásicas y a las formas históricas introducidas por el diseñador David Hicks en la década de 1960. Es a partir de ahí cuando, por influencia del diseñador y restaurador Terence Conran, cobra auge el estilo minimalista y funcional.
Continuación...
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Comentarios 1
Un artículo muy completo, muchas gracias por compartir.