“Planificar significa decidir qué se desea conseguir, cómo, dónde, cuándo y quién lo llevará a cabo. Implica una actividad de pensamiento y reflexión previa a la acción, la cual incluye la fijación de objetivos y las acciones pertinentes para alcanzarlos, tomando en consideración las variables internas y externas.”
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¿Por qué es importante contar con directivos competentes?
En la actualidad es imperativo para el éxito de las organizaciones contar con directivos habilidosos y competentes. Diversos estudios alrededor del mundo resaltan el hecho de que las empresas con mayores rendimientos son aquellas que ponen el talento de las personas en el centro de sus estrategias.
Un estudio de Hanson (1986) reveló que el éxito financiero en un período de cinco años de 40 empresas manufactureras importantes a nivel mundial, se explicaba por cinco factores:
1) la cuota de mercado; 2) el uso intensivo de bienes de capital; 3) el tamaño de la empresa en activos (uso de economías de escala y eficiencia para aumentar la rentabilidad); 4) el rendimiento promedio del sector industrial por ventas y 5) la habilidad de los directivos para manejar efectivamente a su personal. Lo sorprendente es que los resultados daban tres veces más poder a un solo factor: la habilidad de administrar efectivamente a la gente.
Esto es cierto en el contexto actual, la buena administración fomenta el éxito financiero de las empresas. Las organizaciones exitosas tienen directivos (CEOs Chief Executive Officers, por sus siglas en inglés) con habilidades directivas de personal bien desarrolladas.
Dada la importancia que las personas tienen en la consecución de los objetivos de las organizaciones, en palabras de Juan Luis Urcola: “Decimos que las personas son el activo más valioso de las organizaciones, el patrimonio más importante que cada mañana sube por las escaleras o ascensores de las empresas y, sin embargo, en el día a día, las personas son el activo más prescindible, el factor al que menos atención prestamos”.
Se desprende de la cita anterior, que dirigir personas es una necesidad. Las tecnologías, los procesos, las estrategias son importantes, pero sin personas adecuadamente dirigidas y comprometidas la optimización de resultados será escasa. Abundan los estudios que ponen de manifiesto que se pierden clientes, no tanto por no tener productos a precios competitivos, sino por el mal servicio o por la inadecuada atención que prestan las personas, es así como, cada vez más, los factores críticos de éxito de las empresas están relacionados con las personas, tales son:
Son las personas las que tienen la capacidad de utilizar eficientemente los recursos, aportando su esfuerzo, inteligencia y compromiso. Por esto es de vital importancia, dirigir de manera adecuada, movilizando y encauzando a las personas en el logro de objetivos tanto de la organización como aquellos que posibilitan su crecimiento personal.
De acuerdo con Urcola (2010), el nuevo marco de actuación en el que el trabajo basado en el conocimiento y la información prevalece sobre el que implica esfuerzo físico, donde es preciso ofrecer productos y servicios, ya no de forma estandarizada sino a la medida de las necesidades de los clientes, contar con tecnologías cada vez más avanzadas, operar en mercado complejos, inestables, desregulados, en los que la competencia proviene de cualquier parte del mundo, y en donde la mejora continua se convierte en una estrategia clave para el mantenimiento y progreso de la empresa, es imperativo dirigir personas de forma adecuada para:
A pesar de la imperiosa necesidad de contar con verdaderos “líderes”, que inspiren confianza, atraigan la voluntad de los miembros de su equipo y les ayuden a desarrollar al máximo sus capacidades, nos encontramos, todavía al frente de los departamentos con excelentes técnicos pero malos jefes, lo que es peor muchos directivos no tienen conciencia de que dirigen mal a su equipo. Muchos jefes que gozan de reconocimiento técnico, llevan dirigiendo muchos años y son jefes ineficientes. El siguiente caso demuestra la intervención ineficiente de un jefe:
Un lunes del mes de diciembre, Carlos entró sin llamar a la oficina de Sandra, sin ninguna ceremonia, lanzó el informe sobre el escritorio diciendo:
- Carlos: ¡Esto es un desastre!
- Sandra: ¡No puede ser! – reaccionó Sandra, sorprendida y furiosa – Me pasé siete días preparándolo.
- Carlos: Siete días perdidos. Esto no sirve para nada. Es muy largo, está mal redactado y peor expuesto. Además, la conclusión no es clara, es una sarta de incoherencias. ¡Cuántas veces tengo que explicarte la importancia de estos informes?. Por favor, rehágalo inmediatamente. Necesito algo aceptable para presentar en la reunión de consejo.
Mientras Carlos salía hacia el corredor, Sandra estrujaba el informe mascullando:
- Sandra: ¡Que hombre difícil! Nada le parece bien, no tengo la menor idea de qué es lo que espera de mí. En fin, una noche más en vela.
Carlos, el jefe, evalúa negativamente el informe de Sandra y le pide que lo rehaga. La empleada, Sandra, ha trabajado duramente en la preparación del informe y cree que Carlos es demasiado exigente. Carlos cree que su empleada es descuidada y rebelde; Sandra piensa que su jefe menosprecia su trabajo, que le da instrucciones confusas y no toma en consideración su esfuerzo.
Lo peor es que después de este encuentro, digamos “encontronazo”, Sandra no tiene información sobre lo que quiere Carlos. Es casi probable que su nuevo esfuerzo sea en vano, porque no le es posible leer la mente de su jefe y éste no le ha dado ninguna pista para reescribir el informe.
Este es otro de los muchos casos típicos de interacción nociva de un jefe, que no resuelve los problemas, peor aún, los agrava, deteriorando los vínculos personales y aumentando el nivel de estrés entre los colaboradores. Desafortunadamente, estos casos abundan en las organizaciones.
¿Por qué ocurre lo anterior? La respuesta estriba en que se suele designar como jefes a personas técnicamente bien preparadas, pero con enormes carencias directivas. No es suficiente ser buen técnico para ser buen jefe. No basta con ser un buen ingeniero para ser jefe de producción, se requieren dotes de liderazgo y dirección que muchas personas no tienen.
Un buen directivo debe: 1) ser un excelente técnico en su especialidad, ser competente profesionalmente; y 2) ser un director de personas.
Por lo anterior se puede identificar el perfil del nuevo directivo:
Para dirigir personas es necesario el desarrollo de competencias genéricas como liderazgo, motivación, comunicación, trabajo en equipo, gestión eficaz del tiempo, resolución de conflictos, negociación, pensamiento estratégico y creatividad.
Continuará...
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