Las habilidades duras son aquellas capacidades objetivas y cuantificables, obtenidas mediante la formación, la educación o la experiencia. Estas habilidades, además de ser aprendidas, también se pueden demostrar. Avales como certificaciones, títulos y licencias pueden servir como prueba de que alguien posee ciertas habilidades duras. Esto es especialmente relevante, por ejemplo, cuando se busca trabajo o se quiere demostrar rápidamente una habilidad para una labor muy concreta.
Las habilidades duras o hard skills encapsulan conocimientos específicos, competencias técnicas y aptitudes cuantificables que se adquieren mediante la educación formal, capacitaciones especializadas o experiencia práctica. Estas habilidades son fácilmente identificables, y proporcionan lo necesario para la ejecución de tareas laborales específicas.
Son adquiribles intencionalmente: Estas habilidades requieren un esfuerzo consciente para su desarrollo. Así, desarrollar habilidades duras implica una dedicación deliberada a estudiar, practicar y aplicar los conocimientos obtenidos de manera sistemática.
Pueden ser medibles: La mensurabilidad de estas habilidades implica la existencia de criterios objetivos para evaluar su nivel. Este proceso de medición podría incluir exámenes, proyectos específicos o cualquier método que proporcione datos tangibles sobre la habilidad adquirida.
Se demuestran fácilmente: La demostración de habilidades duras es evidente en acciones y resultados concretos. Quienes las poseen pueden exhibir su competencia de manera clara al llevar a cabo tareas específicas o al abordar problemas particulares, facilitando su identificación y reconocimiento por parte de otros.
Son objetivas: La evaluación de estas habilidades se basa en estándares objetivos y criterios definidos. La competencia no está sujeta a interpretaciones subjetivas, lo que significa que existe una base clara y objetiva para determinar el nivel de habilidad de la persona en cuestión.
Las habilidades duras engloban las destrezas técnicas específicas para desempeñar funciones laborales concretas. Estas aptitudes son necesarias para la ejecución exitosa de tareas y suelen estar directamente relacionadas con el campo profesional elegido. Por otro lado, las habilidades blandas abarcan atributos personales como la empatía, la comunicación efectiva, el trabajo en equipo y la adaptabilidad, los cuales influyen significativamente en la manera en que una persona aborda sus responsabilidades laborales.
Otra diferencia a destacar es que las competencias duras se aplican generalmente a un determinado ámbito, y las competencias blandas pueden ser aplicables a una gran variedad de empleos.
Para reflejar de forma más ilustrativa qué son las hard skills, pongamos como ejemplo a tres perfiles profesionales:
Litigio en tribunales.
Negociación y resolución de conflictos legales.
Interpretación y aplicación de leyes específicas.
Elaboración de contratos legales.
Conocimiento de procedimientos judiciales.
Planificación y gestión de proyectos arquitectónicos.
Conocimientos profundos en códigos de construcción.
Uso avanzado de software de modelado 3D.
Ingeniería estructural y sistemas de construcción.
Presupuesto y gestión financiera de proyectos.
Aplicación y análisis de pruebas psicométricas.
Terapias especializadas (por ejemplo, terapia cognitivo-conductual).
Evaluación de trastornos psicológicos.
Investigación en psicología experimental o clínica.
Diseño y ejecución de programas de intervención psicológica.
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