Para quienes no están familiarizados con el término, MBA es la denominación para el Máster en Administración de Empresas, un curso de postgrado orientado a profesionales que deseen ampliar sus habilidades directivas. ¿Qué réditos se pueden extraer de estudiar un MBA?
Los estudios específicos de postgrado, como es un máster, permiten a los profesionales graduados capacitarse de manera más profunda en áreas que potencian su desempeño en el mundo profesional. Por ejemplo, en el caso del MBA, las áreas de formación incluyen las siguientes materias:
Con solo echar un vistazo a todos estos campos, queda claro que los conocimientos que se adquieren son casi inconmensurables. Desde luego, todo dependerá en gran parte de los objetivos del estudiante, así como del plan de estudios y la orientación de la institución educativa que lo ofrezca.
Más allá de estas particularidades, que cada individuo deberá analizar para hacer una elección apropiada basada en sus objetivos y proyectos, a continuación nos centraremos en otro tema. En la siguiente enumeración veremos los motivos por los cuales estudiar un MBA es el mejor camino para mejorar las habilidades directivas, elementales para desenvolverse en el competitivo mundo de los negocios actual.
Muchos postgrados ofrecen planes de estudios especialmente dedicados a la contabilidad o las finanzas, por citar dos ejemplos. Sin embargo, el MBA abarca mucho más.
Dado que se pretende formar expertos en dirección de empresas, se necesitan también conocimientos sobre sociología, psicología, mercadeo y planificación estratégica. Por supuesto, contabilidad y finanzas también serán parte de este vasto programa.
Esta variedad de áreas en las que se profundiza es sumamente útil para personas con experiencia en diferentes sectores del campo laboral empresarial. Con toda esta teoría, son capaces de comprender mejor lo que antes vivieron empíricamente. Esto, desde luego, se traduce en una persona a la vez formada y con experiencia en cada uno de estos temas.
Si a una persona formada en negocios le agregamos las herramientas comunicativas correctas y ciertas técnicas de liderazgo y negociación, sin duda, tendremos aun individuo capaz de comandar las acciones de una compañía. Pero esto no solamente implica hablar para informar o dar órdenes. Va mucho más lejos, y demanda también saber escuchar, convencer y proponer soluciones a los inconvenientes que, tarde o temprano, surgen.
Todo esto va de la mano de un aspecto clave, con el que todo profesional ha de contar: conocimiento. Si la cabeza de un grupo sabe lo que se necesita para lograr un objetivo y tiene claro el camino para alcanzarlo, aportará seguridad y confianza para convencer a los demás. Así, se logra una coherencia que marca la diferencia en el rumbo de una empresa.
Además de saber hacer, un buen directivo tiene que ser un observador perspicaz. Podemos expandir este concepto a dos puntos. En primer lugar, es necesario contar con una inteligencia emocional desarrollada. En otras palabras, esto implica no dejarse llevar por los impulsos del momento y analizar profundamente cada decisión antes de tomarla.
Esto es importante no solo para los sentimientos propios, sino también los de terceros. Para ser más claros, un líder de grupo ha de saber 'administrar' a las diferentes personalidades que lo integran. De hecho, esta habilidad hasta puede aplicarse al tratar con socios y competidores.
Por otro lado, hay que tener un muy buen ojo para comprender lo que sucede alrededor. Aquí se incluye el contexto económico mundial, regional, nacional y local; la actualidad del sector de interés; y las necesidades del público, así como el contexto social que atraviesa una comunidad.
Con todo lo anterior en mente, estudiar un MBA dará herramientas al profesional para trazar metas realizables, medibles y precisas. En este caso, podría decirse que entran en juego las habilidades más específicas, aquellas inherentes al mundo empresarial y que, a fin de cuentas, lo han colocado en ese lugar de jerarquía y responsabilidad.
En esta fase, la negociación y la planificación son claves. Además de tener un horizonte hacia el cual dirigirse, un buen directivo tiene que saber convencer, ceder (si es necesario) y ponerse firme en sus convicciones ante propios y extraños. Todo esto también exige adaptabilidad y capacidad de resolución de problemas.
Desde luego, todas las habilidades directivas que aquí mencionamos no se logran de un día para el otro. Por eso, la mayoría de los MBA, como por ejemplo el que ofrece el Centro Europeo de Postgrado y Empresa, brindan también la posibilidad de practicar en proyectos reales y concretos. El objetivo, entonces, es acompañar la aplicación de estos nuevos recursos en el 'mundo real'.
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