La neurociencia nos enseña que el aprendizaje es el resultado de una suma de factores que inciden en el mismo, como la motivación, atención, memoria, edad, cultura o emociones. Al final, aprender o no aprender no depende para nada de tu coeficiente intelectual (CI).
Los estilos de aprendizaje interdisciplinar tienen que ver directamente con el aprendizaje activo, si entendemos por aprendizaje la retención de información y el recuerdo en la memoria.
Aprender significa también comprender lo que hemos entendido y aprendido. No podemos comprender sin hacer un proceso de entender los datos, aprenderlos y finalmente seleccionar sobre qué canal vamos a ser capaces de expresarlos: visual, kinestésico, táctil…
La información que hemos guardado la tenemos que organizar, seleccionar y grabar en nuestros hemisferios cerebrales.
Una vez que todo esto está asumido, aplicaremos la rueda del aprendizaje de Kolb, (1939) distinguiendo entre estudiantes más lógicos, verbales, etc.
Una de las teorías más interesantes y mejores fundamentadas es la teoría de las inteligencias múltiples, de H. Gardner (Multiple Intelligences, 1993). Este significa las inteligencias como un conjunto arquitectónico de habilidades, valores y experiencias que nos permiten crear productos o servicios que están aceptados en nuestra cultura, comunidad o país. Gardner define muchas inteligencias, lo que él denomina múltiples inteligencias.
Hasta ahora ha conseguido demostrar ocho grandes tipos de capacidades de expresar las inteligencias, según el contexto y habilidades de los seres: lingüística, lógico-matemática, corporal o kinestésica, musical, espacial o visual, naturalista, interpersonal e intrapersonal. Sin la IE (intrapersonal e interpersonal), no seríamos capaces de aguantar la adversidad, la frustración, el dolor, el sufrimiento, etc. Por lo tanto, la capacidad que tenemos de aprender está íntimamente ligada con la atención, y eso es algo que tiene que ver con la inteligencia interpersonal.
No existe un sistema o contexto que sea neutro, ni el emocional, psicológico, físico... El nuestro no es una excepción. No le prestamos igual atención a lo que nos interesa que a aquello que no nos interesa. Esto guarda mucha relación con nuestros estilos de aprendizaje. Ni valoramos por igual las inteligencias o capacidades.
La estrategia en el aprendizaje son los medios o métodos que utilizamos para hacer o aprender algo. Tienen mucho que ver con la motivación, las actitudes y la IE. Los docentes somos también el producto de nuestra inteligencia, no somos inamovibles.
Lo que diferencia a una persona con éxito de otra que no lo tiene, es el tipo de estrategia que ha usado. No necesita aprender tantas cosas nuevas, sino sistematizar un modelo estratégico de aprendizaje que le funcione y perseverar en él. Las estrategias son un proceso mental observable y detectable.
La adolescencia es el periodo de transición entre niñez y edad adulta, que se extiende desde la pubertad hasta el logro social del status del adulto independiente.
Periodo de maduración sexual en el cual la persona es capaz de reproducirse.
Hay cambios hormonales que pueden intensificar los estados de ánimo.
El desarrollo físico dura unos dos años y se inicia a los 11 en las niñas y a los 13 en los niños.
Se desarrollan características sexuales primarias: órganos reproductores y genitales externos.
Características sexuales secundarias: se desarrollan los órganos no reproductores, como mamas, caderas en niñas y vello facial en niños…
En las niñas puede ser una situación estresante si no existe sincronización entre la madurez corporal y la madurez emocional.
Los adolescentes occidentales cada vez se desarrollan más temprano, esto tiene relación con el aumento de grasa corporal.
La maduración sexual temprana se asocia en los niños a mayor autoestima, ya que suelen ser más fuertes, más populares, aunque puede acarrear perjuicios como: mayor abuso de alcohol, conductas corruptivas, actividad sexual prematura…
Hasta la pubertad el cerebro se sigue desarrollando, la mielina de los axones crece y mejora la comunicación: la neurotransmisión entre unas zonas del cerebro y otras.
El lóbulo frontal se desarrolla y esto conlleva una mejor capacidad de juicio, mejor control de los impulsos y mayor capacidad de planificar a largo plazo.
A partir de la adolescencia, se produce un corte de las ramificaciones que no se utilizan.
El sistema límbico también está implicado en el desarrollo de la adolescencia, ya que está relacionado con las emociones y los cambios hormonales, y esto puede explicar conductas impulsivas y tormentas emocionales.
Los adolescentes más jóvenes cuyo lóbulo frontal está insuficientemente desarrollado tienen más riesgo de no frenar estas conductas impulsivas y de presentar conductas de riesgo.
El consumo de tóxicos en esta etapa frenará la maduración del cerebro que, de forma normal, continuaría hasta los 25 años.
Durante los primeros años de la adolescencia, su capacidad de razonar se centra en uno mismo. Pueden pensar que sus experiencias son únicas y que sus padres no las entenderán.
Se vuelven más capacitados para la lógica abstracta.
Reflexionan y discuten sobre el bien y el mal, la verdad y la justicia.
Pueden buscar una concepción más profunda de dios y de la existencia de la vida.
La capacidad para razonar de forma hipotética y deducir las consecuencias.
También les permite detectar las incoherencias del razonamiento de otros.
Piaget creía que los niños elaboraban sus juicios morales sobre la base del desarrollo cognitivo.
Moralidad preconvencional: antes de los nueve años. Basada en el propio interés, para evitar un castigo o buscar un premio.
Moralidad convencional: en la adolescencia, la moralidad se centra en ocuparse de los demás y en el respeto de leyes y normas sociales por el mero hecho de ser normas.
Moralidad postconvencional: desarrollo del razonamiento abstracto del pensamiento. Las acciones se juzgan correctas porque emergen de los derechos de las personas o de principios éticos básicos.
Centrarse en una didáctica considerando los aportes de las neurociencias no pretende hacer una restricción de las fuentes, aportes y complejidades que debe tener la pedagogía en la actualidad. Esto, que en el caso de la adolescencia se hace más perentorio aun por lo delicada que es la formación en esta etapa, no debe perder de vista un concepto del adolescente como sujeto-persona ubicado en un tiempo, espacio, sociedad y cultura que le ofrecen un conjunto de situaciones y oportunidades que se deben visibilizar, analizar y aprovechar. Lo que deseamos es agregar a las bases que generalmente se consideran para el desarrollo curricular, el fundamento derivado de las neurociencias que, aunque todavía está en plena indagación, nos entrega orientaciones importantes para tener presente y generar una didáctica con más sustento para la adolescencia y edad adulta.
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