El desempeño organizacional hace referencia al rendimiento general de una empresa.
Se entiende por desempeño organizacional a la capacidad que tiene una organización para lograr sus objetivos plasmados. Este desempeño tiene en cuenta qué tan hábil es la empresa para emplear su tiempo, dinero, personal y materiales de la forma más óptima posible.
También contempla la destreza para innovar, así como la capacidad para adaptarse ágilmente a los cambios del entorno. La innovación es la cualidad para desarrollar nuevas ideas, productos o procesos; por otro lado, la adaptación es el atributo para ajustar las estrategias, estructuras y procesos internos en respuesta a los cambios del entorno (sean estos internos o externos).
Podemos resumir lo previamente dicho en las siguientes características:
Se enfoca en lograr las metas predefinidas.
Procura utilizar los recursos a disposición de forma óptima.
Busca constantemente nuevas formas de mejorar a través de la innovación.
Pretende responder eficazmente a los cambios del entorno.
El desempeño organizacional es esencial porque, básicamente, determina la capacidad que posee una empresa para competir, crecer y mantenerse en el mercado. Si una entidad tiene un rendimiento (desempeño organizacional) bajo, corre el riesgo de quedarse rezagada frente a sus competidores, enfrentar dificultades financieras e incluso cerrar sus operaciones en el peor de los casos.
La organización puede producir más bienes utilizando menos recursos.
Los clientes están más contentos con los productos o servicios que reciben.
La organización es capaz de optimizar sus procesos y recursos para reducir los gastos asociados con la producción, distribución y administración de sus bienes.
La empresa destaca al ofrecer productos o servicios superiores en términos de calidad, precio, innovación o servicio al cliente.
La rentabilidad de la empresa crece sustancialmente.
La entidad se vuelve más atractiva como empleador, facilitando así la atracción y retención de empleados talentosos.
Los trabajadores se sienten más comprometidos, felices y motivados en su trabajo. Esto a su vez los conduce a aumentar su productividad, creatividad y colaboración en equipo.
El capital humano se entiende como el valor que aportan los empleados a una organización a través de sus conocimientos, habilidades, experiencia y características personales. Es decir, son los recursos humanos que una empresa posee y que pueden ser desarrollados y utilizados para alcanzar las metas organizacionales.
Los empleados son quienes ejecutan las tareas, toman decisiones y llevan a cabo las operaciones diarias de la empresa. Por lo tanto, su nivel de competencia, compromiso y motivación influye directamente en la eficiencia y eficacia con la que se llevan a cabo estas actividades.
Cuando una organización invierte en el desarrollo del capital humano, a través de programas de capacitación, desarrollo profesional, creación de un ambiente laboral favorable, entre otros, los empleados tienden a mejorar sus habilidades y conocimientos. Esto evidentemente se traduce en una mejora en el desempeño organizacional, y de allí radica la íntima relación que existe ambos conceptos.
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