Hoy en día, desde el mismo nacimiento el niño recibe la ayuda sistemática y cualificada de muchos especialistas (pediatra, neurólogo) y se somete a los exámenes obligatorios del oftalmólogo, el otorrinolaringólogo y otros médicos. Un neurólogo o una madre muy atenta y bien informada podrían detectar un retraso en el desarrollo del habla en las primeras etapas del niño.
Es necesario prestarse especial atención a los niños que se han visto afectados negativamente durante el periodo fetal o durante el parto (por ejemplo, asfixia por enredo del cordón umbilical, etc.). Ya que esto puede provocar un retraso en el desarrollo, no sólo del habla, sino también de otras funciones y procesos mentales: atención, memoria, pensamiento.
Si bien cada niño se desarrolla a su propio ritmo, cualquier desviación de las normas de edad debe alertar a los padres y convertirse en un indicio para que se pongan en contacto pronto con un logopeda. Es preferible dejar que el especialista desmienta sus temores antes que dejar pasar la posibilidad de rectificar el problema.
En función de las etapas del desarrollo del habla del niño, se debe seguir el desarrollo del habla en el primer año de vida, registrando el momento en que el niño empezó a tararear, cuando apareció el balbuceo y las primeras palabras. De 1 a 2 años es una acumulación activa de vocabulario, y al final del segundo año de vida se forma la frase básica, cuando se comunica con un adulto, el bebé combina 2 a 3 palabras.
Si un niño tiene 2 años y medio y no tiene un discurso de frase, entonces su ritmo de desarrollo del habla comenzará a retrasarse con respecto a la norma. Este es el primer indicio de que ha llegado el momento de acudir a un logopeda.
A los 3 años, la maduración anatómica de las áreas del habla del cerebro está casi completada, por lo que es el periodo más favorable en el desarrollo del habla del niño. En caso de desviaciones con respecto a la norma, es conveniente acudir a un logopeda que realice un examen exhaustivo y, si es necesario, le remita a un otorrinolaringólogo (para comprobar la audición del niño), o a un neurólogo (para identificar la maduración del sistema nervioso central), entre otros especialistas. De este modo, se podrán identificar las causas de las deficiencias del habla, prescribir un tratamiento integral (masaje, reflexología...) y llevar a cabo la corrección del habla para conseguir resultados positivos.
El logopeda llevará a cabo un curso de lecciones para activar el habla, trazar la dinámica del desarrollo de la misma, y en base a esto dará recomendaciones a los padres, de cómo comunicarse con el niño y qué esperar en el futuro.
Por lo general, a la edad de 5 años deben estar formados todos los aspectos del habla materna: vocabulario, gramática, pronunciación y percepción fonémica.
En este sentido, a la edad de 4 años y medio o 5 años, debe realizarse un diagnóstico exhaustivo del desarrollo del habla del niño, que puede identificar no sólo los defectos externos del habla (pronunciación incorrecta de los sonidos), sino también los problemas asociados a las deficiencias de la percepción fonémica o de la estructura gramatical del habla. Entre estos pueden figurar errores persistentes y frecuentes en el cambio de terminaciones de palabras, sustituciones o ausencia de preposiciones, cambios, transposiciones o reducciones de sonidos y de sílabas en las palabras (distorsiones).
La siguiente etapa importante es la preparación para la escuela. En la que se sugiere a los padres que aunque el niño no tenga problemas evidentes de habla, puedan asistir a una consulta con el logopeda.
Muchos niños que, en su etapa escolar y al trabajar en amplios grupos, suelen solo familiarizarse con los profesores, los espacios, así como con el material a trabajar. Lo que ocasiona que regularmente, en este ambiente escolar no se identifiquen las dificultades de habla que un niño pueda estar teniendo, además de que tampoco se garantiza que el niño sea capaz de enfrentarse con facilidad al plan de estudios, especialmente en materias de lectura y escritura.
Con frecuencia, los padres de alumnos de primer grado se enfrentan a temas como la dislexia (errores en la lectura) y la disgrafía (errores en la escritura), que están asociados a la falta de desarrollo de la audición fonémica y, con el tiempo, a los problemas de aprendizaje de las reglas del lenguaje. Esto lleva a un persistente bajo rendimiento en el lenguaje, a malas calificaciones y, lo que es más importante, a una pérdida de interés en el lenguaje como materia de estudio, a una reticencia a aprender, provocada por las constantes situaciones de fracaso.
Por eso es importante identificar las posibles dificultades en el momento oportuno y empezar a trabajar pronto, con la ayuda de un profesional logopeda. Un buen periodo para la prevención de los trastornos del lenguaje es de los 5 a los 7 años, por lo que es mejor ponerse en contacto con un logopeda cuando el niño alcance los 5 años e inicie actividades sistemáticas.
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