Según el diccionario “inventario es un estado detallado y estimativo, de carácter periódico, de los bienes y derechos que posee en un momento determinado una empresa y las cantidades que adeuda”.
Una vez al año la empresa tiene la obligación legal de realizar un inventario, normalmente se suele hacer a la finalización del ejercicio, puesto que es parte fundamental del balance, y es necesario para regularizar las cuantas, de existencias, y calcular la cuenta de resultados. Por ello todas las empresas llevan un control estricto y parmente de su mercancía.
Es fundamental dentro de la gestión de stocks, llevar un control exhaustivo de las mercancías, por ello es tan importante el inventario, donde se demuestra la calidad de su gestión. A demás de esto nos servirá para realizar comprobaciones, localizando materiales obsoletos, deteriorados, introducir mejoras, agrupar familias más efectivamente, en definitiva, mejora continua.
El artículo 37 dice: “El Libro de Inventarios y Balances se abrirá con el balance inicial detallado de la empresa. Al menos trimestralmente, se transcribirán, con sumas y saldos, los balances de comprobación. Este libro recogerá anualmente el inventario, así como el balance del ejercicio y cuentas de resultados, que serán redactados con criterios contables generalmente admitidos”.
El artículo 39 hace mención a la valoración del inventario, y dice: “sin perjuicio de lo establecido por leyes especiales, las partidas del balance se valorarán con arreglo a criterios objetivos que garanticen los intereses de terceros y siguiendo los principios que exige una ordenada y prudente gestión económica de la empresa. Habrá de mantenerse una continuidad en los criterios de valoración y no podrán ser variados sin causa razonada, que deberá expresarse en el propio libro de inventarios y balances”.
El Plan General Contable es quien rige los criterios de correcciones del valor de productos o mercancías: “Cuando el valor de mercado de un bien o cualquier otro valor que le corresponda sea inferior a su precio de adquisición o a su coste de producción, se procederá a efectuar correcciones valorativas, dotando a tal efecto la pertinente provisión, cuando la depreciación sea reversible. Si la depreciación fuera irreversible, se tendrá en cuenta tal circunstancia al valorar las existencias”.
Las normas de valoración del PGC se ajustan a las reglas del Código de Comercio y el Texto Refundido de la Ley de Sociedades Anónimas, y están inspiradas en el principio de la “prudencia valorativa”; es decir, una sobrevaloración del inventario conduce a estimar en más los resultados de la empresa y, como consecuencia, a repartir dividendos inexistentes.
El Método ABC permite hacer una clasificación del stock del almacén; se establecen tres categorías de productos en función de su importancia, las existencias, el valor o inversión.
Una vez establecida la clasificación, los artículos de categoría “A” se controlan por inventario permanente, son los productos que mayores beneficios aportan a la empresa. El resto de artículos se pueden controlar por inventarios periódicos; de esta forma, se reducen los costes administrativos que ocasionan los registros permanentes.
Ciertas empresas controlan unos productos por inventario permanente y otros por inventarios periódicos. Por ejemplo, los productos que permanecen poco tiempo almacenado, cuya característica es aprovisionamiento constante y venta rápida, como: artículos de papelería y material escolar, productos hortofrutícolas, dulces y frutos secos de venta a granel, etc.
Las empresas que comercializan este tipo de productos, trabajan con volúmenes de stocks de gran rotación; y, en estos casos, el control individualizado de cada artículo, por inventario permanente, supone un alto coste y cierta complejidad administrativa.
Los avances informáticos, la codificación de artículos y la “robotización” han permitido llevar estos controles y facilitar la tarea en sectores que su elevado coste, era impensable hacerlo. Por ejemplo, el escáner permite que los establecimientos de autoservicio puedan controlar todos los productos por inventario permanente, sin necesidad de establecer clasificaciones. A pesar de ello, los artículos de la categoría “A” se controlarán con mayor atención y los directivos dedicarán a su gestión más tiempo y esfuerzo.
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