La calidad es, al fin y al cabo, lo que determina el éxito o el fracaso de una compañía, más que cualquier otro factor. Por ello, las empresas se preocupan cada vez más por dotar a sus departamentos de control de calidad con las mejores herramientas y los profesionales más capacitados.
Cuanto más grande es una compañía, mayor es el número de participantes en el proceso de producción. Por lo tanto, hace falta no solo coordinación para que cada uno cumpla su rol a la perfección, sino que alguien tiene que verificar este procedimiento para que nada se salga de lo ideal.
Ante esta necesidad, surgen los encargados del control de calidad de las compañías. Sus misiones principales en el funcionamiento de una empresa tienen que ver con el seguimiento de estos aspectos:
Más allá de este proceso de control, esta área de las empresas también puede sugerir iniciativas que tengan que ver con la optimización de los procesos o con las mejoras de calidad. Asimismo, en conjunto con el departamento de recursos humanos, tiene la tarea de coordinar, organizar y velar por el ensamblaje del personal, así como de su continua capacitación.
Finalmente, cabe destacar que no se trata de un departamento pasivo, que solo se dedica a chequear y coordinar las funciones de los empleados. Desde el área de control de calidad pueden surgir nuevas ideas para modificar, eliminar o mejorar la fabricación de un producto o el ofrecimiento de un servicio. Por este motivo, los profesionales a cargo deben ser personas proactivas, comprometidas y creativas, además de muy detallistas y rigurosas.
En realidad, no todas cuentan con uno, y esto tiene que ver con la dimensión de la organización. De no ser necesario un conjunto de personas que asuman este rol, puede haber un encargado o gestor de calidad que se responsabilice de las acciones antes descritas.
Como mencionamos previamente, el departamento de control de calidad tiene como principal objetivo ofrecer a los usuarios o clientes el mejor producto o servicio posible. De este modo, se atrae al público para que elija la propia empresa, en lugar de una de la competencia.
Ahora bien, ¿cómo se certifica esta calidad? Las compañías suelen contar con programas, técnicas y procedimientos diversos para asegurarse de que los resultados sean los mejores. Además, desde luego, hacen falta expertos capacitados para llevar adelante esta evaluación con la seriedad y rigurosidad que demanda.
Más allá de estos pasos, también es importante señalar que el control de calidad necesita de la retroalimentación de los clientes. Esto se debe a la sencilla razón de que es el público (y, principalmente, sus preferencias y necesidades) el que determina las características del producto o servicio que se ofrece.
En lo que respecta a este proceso, podemos distinguir diferentes fases. En primer lugar, se desarrollan las pruebas (sean de rutina o específicas). Con estos exámenes, lo que se busca es prevenir cualquier desarreglo a tiempo y corregirlo inmediatamente.
Más adelante, llegará el momento de los reportes, que consiste en la organización de los resultados obtenidos. Con el paso del tiempo, el archivo de registros permitirá comparar los datos y concluir si se ha progresado o no.
Para este paso, existen diferentes esquemas y diagramas que se pueden aplicar para plasmar de manera clara y concisa los procesos, los aciertos, los problemas y sus causas y posibles soluciones. Desde luego, se trata de recursos con los que todo experto en calidad cuenta para ejercer su función.
La International Organization for Standarization (en español, Organización Internacional de Normalización) es el ente encargado de regular y controlar el cumplimiento de ciertas normas de calidad de las empresas. Estas funcionan para todos los ámbitos, y abarcan desde las más pequeñas compañías regionales —gracias a las organizaciones nacionales de estandarización— hasta las grandes multinacionales.
La norma ISO 9001 es la que reglamenta los sistemas de calidad de las empresas, así como los parámetros que los productos y servicios deben cumplir para que su calidad esté garantizada. En definitiva, es una regulación que permite asegurar una competencia leal, a la vez que defiende al usuario frente a posibles incumplimientos en materia de calidad.
En definitiva, el control de calidad es un procedimiento indispensable para las empresas. Gracias a este, pueden satisfacer las necesidades y las demandas de sus clientes, además de asegurarse de cumplir con las normativas de manera adecuada. Todo ello, lo que garantiza es una mayor seguridad para los usuarios y una competencia más leal entre los productores.
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