La progresiva automatización de los almacenes ha marcado un profundo cambio en la gestión logística moderna. Esta evolución ha permitido a las empresas minimizar errores, acelerar el flujo de mercancías, y mejorar la precisión en el seguimiento de inventario.
Veamos a continuación en qué consiste este tipo de almacén, en qué se diferencia de uno convencional, cuáles son sus ventajas, y cómo es su funcionamiento.
Un almacén automatizado es una infraestructura de almacenamiento que aprovecha tecnologías avanzadas para gestionar de forma automática las actividades dentro de un almacén. Esta automatización se logra a través del uso de sistemas robotizados, maquinaria automatizada y software especializado.
Es destacable mencionar que un almacén automático puede estar automatizado bien sea de forma parcial o total. En el primer caso se combina el uso de tecnología automática con personal humano, mientras que en el segundo caso la automatización es completa.
Un almacén convencional se caracteriza por depender principalmente de la intervención humana para llevar a cabo tareas como el almacenamiento, la organización y la selección de productos. En este tipo de almacén, el personal se encarga de mover y ubicar manualmente los artículos en estanterías y otras áreas predeterminadas.
En cambio, un almacén automatizado es un espacio de almacenamiento equipado con sistemas tecnológicos para la gestión de inventario y el movimiento de mercancías. Utiliza maquinaria automatizada como transportadores, brazos robóticos y sistemas de control computarizados para realizar tareas relacionadas a carga, descarga, clasificación y almacenamiento.
La gestión es más eficiente: La automatización en la gestión de un almacén permite un seguimiento preciso de inventarios, agilizando el flujo de productos y optimizando los procesos de entrada y salida.
Hay más precisión: La tecnología en almacenes automatizados minimiza los errores humanos. Esto se traduce en registros más exactos, reducción de discrepancias en inventarios y mayor precisión en los pedidos.
Se ahorra más espacio: La disposición inteligente de sistemas automatizados de almacenamiento maximiza el uso del espacio disponible, incrementando la capacidad de almacenaje sin necesidad de expandir el área física.
Los costes por mano de obra se reducen: La implementación de la automatización en almacenes disminuye la necesidad de personal para tareas manuales, llevando a una reducción en los costes relacionados con salarios, formación y gestión de recursos humanos.
Menor riesgo de accidentes laborales:
Al minimizar la interacción humana en operaciones riesgosas, los almacenes automatizados contribuyen a la disminución de accidentes laborales, creando un entorno más seguro para los trabajadores.
Las rutas se optimizan: La automatización en la manipulación de productos posibilita la optimización de rutas de movimiento dentro del almacén, reduciendo los tiempos de desplazamiento.
Mejor capacidad de adaptación: Los sistemas automatizados son flexibles, por lo que pueden adaptarse rápidamente a cambios en la demanda y en los productos almacenados. Tal característica asegura una respuesta ágil a las variaciones del mercado.
El funcionamiento de un almacén automatizado se basa en la sincronización precisa de varios componentes tecnológicos. Esto, para optimizar la gestión de inventario y el flujo de productos que hay dentro.
El proceso comienza con la entrada de productos al almacén. Estos productos se asignan a ubicaciones específicas dentro del espacio de almacenamiento, y esta información se registra en un sistema de gestión de inventario centralizado. Cuando se realiza un pedido, el sistema calcula la ubicación exacta de los productos requeridos. En el corazón de este proceso se encuentran los robots y las máquinas automatizadas.
Estos dispositivos siguen rutas predeterminadas y utilizan sensores para evitar obstáculos en su camino. Al llegar a la ubicación de un producto solicitado, el robot utiliza brazos mecánicos, ventosas u otros dispositivos para recoger el artículo de manera precisa.
Cuestiones como la coordinación y el control de los robots son posibles gracias a un sistema informático central que se encarga de asignar tareas, monitorear el progreso y ajustar la operación según sea necesario. Además, la comunicación en tiempo real permite una adaptación fluida a los cambios en la demanda.
Una vez que se han recogido todos los elementos necesarios para un pedido, los productos pueden ser entregados a una estación de empaque automatizado. Aquí, la tecnología puede encargarse de la colocación en cajas, el sellado y la etiquetación. O por el contrario, los productos pueden ser transportados a áreas donde trabajadores humanos completen estas tareas.
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