Cuando empleas una estrategia de cobertura (o hedging), tu objetivo principal es proteger tu cartera de inversión ante posibles pérdidas ocasionadas por movimientos desfavorables en el mercado. Esta táctica implica tomar una posición en un activo que se mueva en dirección opuesta a otro activo que se desea proteger.
Por tanto, cuando un activo experimenta pérdidas, el otro tiende a ganar valor, ayudando así a compensar esas pérdidas y proteger el valor total de la cartera.
¿Qué es el hedging o cobertura?
El hedging o cobertura es una herramienta financiera que utilizamos para protegernos contra el riesgo de las fluctuaciones en los precios de los activos. Se trata de tomar medidas para asegurar que cualquier pérdida potencial debido a cambios en el mercado sea compensada, al menos en parte, por una ganancia en otra área.
Es decir, con el hedging se busca equilibrar las pérdidas que puedan ocurrir en una inversión o activo mediante la obtención de ganancias en otro, de modo que el impacto financiero neto sea reducido o neutralizado. Esto se logra, por ejemplo, mediante el uso de derivados financieros como futuros, opciones o swaps.
Ejemplo
Pongamos un ejemplo sencillo, imagina que eres dueño de una empresa local que vende helados. Para protegerte de un posible aumento en el precio de la leche (un ingrediente clave en tus productos) podrías comprar contratos de futuros de leche a $1 por litro. Si el precio de la leche sube a $1.50 por litro, tú seguirás pagando solo $1, asegurando así tus costos y protegiendo tus márgenes de ganancia.
Características principales
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El hedging es una herramienta que no pretende generar beneficios, sino más bien proteger el capital o los activos existentes de posibles pérdidas.
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Es una estrategia prudente que prioriza la protección del capital existente en lugar de asumir riesgos importantes en busca de mayores rendimientos.
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Al ser un plan que busca proteger una cartera de inversión contra posibles pérdidas, se ubica dentro del ámbito de la gestión del riesgo. La gestión del riesgo en la inversión es la identificación, evaluación y control de los riesgos asociados con las inversiones.
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Es un instrumento esencial en el repertorio de un inversor, ya que le permite potenciar tanto la estabilidad como el rendimiento de sus inversiones.
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Además de ser un proceso bastante común para muchos inversores, también es útil para aquellas empresas que buscan cubrir sus riesgos.
¿Cómo hacer hedging?
La forma más habitual de hacer hedging es mediante el uso de derivados financieros, como futuros, opciones y contratos a término. Estos instrumentos permiten a los inversores y empresas tomar posiciones que se mueven en dirección opuesta a los activos que desean proteger, moderando así el riesgo de pérdidas por movimientos no deseados en el mercado. Por ejemplo:
1. Futuros
Los contratos de futuros son acuerdos estandarizados para comprar o vender un activo subyacente (como commodities, índices bursátiles, y divisas) a un precio predeterminado en una fecha futura específica.
¿Cómo funcionan?
- Los contratos de futuros se negocian en bolsas reguladas.
- Ambos participantes del contrato (comprador y vendedor) están obligados a cumplir con los términos del contrato en la fecha de vencimiento.
Ventajas
- Liquidez alta debido a la estandarización y la negociación en bolsas reguladas.
- Transparencia de precios.
- Margen y liquidación diaria que reduce el riesgo de contraparte.
2. Opciones
Las opciones son contratos financieros que otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (opción de compra o call) o vender (opción de venta o put) un activo subyacente a un precio específico (precio de ejercicio) antes o en una fecha determinada.
¿Cómo funcionan?
- Una opción de compra (call) permite al titular comprar el activo a un precio específico, mientras que una opción de venta (put) permite al titular vender el activo a un precio determinado.
- Las opciones pueden negociarse en bolsas o ser personalizadas (OTC, over-the-counter).
Ventajas
- Flexibilidad, ya que no hay obligación de ejercer la opción.
- Permiten apalancamiento con un coste inicial (prima) relativamente bajo.
- Diversidad de estrategias disponibles.
3. Contratos a término (forwards)
Los contratos a término son acuerdos personalizados entre dos partes para comprar o vender un activo a un precio acordado en una fecha futura específica. A diferencia de los futuros, no se negocian en bolsas, sino que se acuerdan directamente entre las partes (OTC).
¿Cómo funcionan?
- Las partes del contrato acuerdan los términos, los cuales incluyen el precio, la cantidad y la fecha de vencimiento.
- No están estandarizados ni regulados como los futuros, permitiendo de esta manera mayor personalización, aunque conlleva un mayor riesgo de contraparte.
Ventajas
- Personalización completa del contrato según las necesidades concretas de las partes.
- No requieren pago inicial (margen) como los futuros.
- Útil para coberturas específicas y complejas no adecuadas para contratos estandarizados.