El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha sido claro: más del 90% del calentamiento global registrado en las últimas décadas tiene su origen en actividades humanas, principalmente en la quema de combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón, para generar energía.
La forma en que producimos, consumimos y descartamos productos está afectando directamente al planeta. Desde la Revolución Industrial, hemos liberado cantidades masivas de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, alterando el balance natural del planeta. El IPCC señala que desde 1850, la temperatura media de la Tierra ha aumentado en aproximadamente 1.2°C. Parece poco, pero este pequeño aumento ha desencadenado cambios climáticos drásticos. Sin nuestra intervención, este calentamiento no habría ocurrido a esa escala.
La sobreexplotación de recursos, estamos pidiendo demasiado
No únicamente estamos calentando el planeta, también estamos sobreexplotando sus recursos. Si miramos el Día del Sobregiro de la Tierra, un indicador que calcula cuándo hemos consumido todos los recursos naturales que el planeta puede regenerar en un año, vemos un patrón alarmante. En 2023, este día llegó el 2 de agosto, lo que significa que en poco más de la mitad del año ya habíamos consumido todo lo que deberíamos haber utilizado en los 12 meses.
Este fenómeno se debe a nuestra demanda insostenible de recursos. Desde el agua que usamos para la agricultura, hasta los minerales que extraemos para fabricar tecnología, estamos exigiendo mucho más de lo que la Tierra puede darnos de forma sostenible. Según el Global Footprint Network, necesitaríamos 1.75 planetas Tierra para mantener nuestro nivel actual de consumo. Es decir, estamos viviendo muy por encima de nuestras posibilidades ambientales.
Cambio climático: no es solo el clima
Cuando hablamos de cambio climático, la mayoría piensa en un par de grados más de calor o en inviernos un poco menos fríos, pero es mucho más complejo que eso. El cambio climático está alterando los patrones meteorológicos a gran escala. De acuerdo con la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), las olas de calor, las tormentas intensas, las sequías prolongadas y otros fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes y graves debido al cambio climático. Este no es simplemente un problema de temperaturas más altas, sino de un clima cada vez más impredecible y peligroso.
Conforme el planeta se calienta, los ecosistemas están perdiendo su capacidad para adaptarse. Las especies están migrando a nuevas áreas en busca de climas más favorables, lo que altera la biodiversidad y las cadenas alimenticias. Asimismo, la elevación del nivel del mar, provocada por el derretimiento de los glaciares y el aumento de las temperaturas oceánicas, está poniendo en riesgo a comunidades enteras en zonas costeras. Según un informe de las Naciones Unidas, para 2050, se estima que más de 200 millones de personas podrían verse desplazadas debido a estos impactos.
Biodiversidad en crisis: estamos arrasando con todo
El impacto que estamos teniendo sobre la biodiversidad es uno de los aspectos más devastadores de nuestra huella ambiental. Desde 1970, las poblaciones de animales silvestres han disminuido en un 60%, según datos de la WWF (World Wildlife Fund). Además de ser una gran pérdida de especies, es una crisis para los ecosistemas que dependen de la interacción de diferentes formas de vida para mantenerse equilibrados.
El principal problema aquí es la destrucción de hábitats, causada por la deforestación, la agricultura intensiva y la expansión de las áreas urbanas. Por ejemplo, la Amazonía, conocida como "el pulmón del mundo", está perdiendo grandes extensiones de selva cada año debido a la tala indiscriminada y a los incendios. Solo en 2020, la Amazonía perdió más de 1.5 millones de hectáreas de selva, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil. Y debemos tener en cuenta que los bosques juegan un papel fundamental en la absorción de dióxido de carbono.
Mucha basura plástica en los océanos
El plástico es otro de los grandes problemas que hemos creado. Cada año, millones de toneladas de plástico terminan en nuestros océanos. Un estudio publicado en Science estimaba que en 2015 entre 4.8 y 12.7 millones de toneladas de plástico llegaban a los océanos anualmente, y esa cifra ha seguido creciendo. El plástico no se descompone fácilmente; en su lugar, se fragmenta en partículas más pequeñas llamadas microplásticos, que son prácticamente imposibles de eliminar y que terminan en los cuerpos de los animales marinos e incluso en nuestras cadenas alimentarias.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha advertido que, si seguimos así, para 2050 habrá más plástico en el océano que peces. Este tipo de contaminación afecta a la vida marina y también tiene consecuencias directas sobre la salud humana, ya que los microplásticos han sido encontrados en alimentos y bebidas que consumimos a diario.
Entonces, ¿somos los principales responsables de los problemas ambientales del planeta?
No somos el único factor que afecta el planeta, pero sí el que más impacto tiene actualmente.
Nuestra relación con el planeta no es sostenible, y si bien hemos logrado avances tecnológicos impresionantes, el precio que estamos pagando en términos de daños ambientales es muy alto.
Los datos son claros: nuestra forma de vida actual está perjudicando el medio ambiente y está poniendo en riesgo nuestro propio futuro.
Por tanto, si lo evaluamos objetivamente, nuestras actividades han generado un impacto desproporcionado en el medio ambiente. La ciencia muestra que factores como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación están principalmente impulsados por nuestras acciones.
Ahora bien, como hemos dicho antes, es importante aclarar que no somos el único factor que afecta al planeta. Existen fenómenos naturales que también contribuyen a los cambios ambientales, como las erupciones volcánicas o los ciclos naturales del clima. Sin embargo, lo que nos diferencia es la magnitud y velocidad del impacto causado por las actividades humanas en comparación con esos procesos naturales.
Entonces, más que ser el problema, los seres humanos somos el principal motor de cambio ambiental en el mundo actual.