Paul Broca y Galton fueron los primeros científicos que midieron y pensaron en la necesidad de medir la inteligencia. Creían que esta estaba relacionada con el tamaño del cráneo; así, se llegó a pensar que cuanto mayor era el cráneo, más listo sería el sujeto. Ellos también llegaron a afirmar que las mujeres no eran inteligentes, ya que sus cráneos eran más pequeños que los de los hombres.
El primer test de inteligencia que conocemos fue realizado por Binet y Simon. El Ministerio de Educación en Francia les encargó que crearan una prueba capaz de distinguir qué niños padecían de retraso mental. De aquí deriva el test de CI de Simon-Binet, básicamente compuesto de razonamiento lógico, palabras y nombrar objetos en una serie. La puntación que surge, combinada con la edad del sujeto, da una idea aproximada de cuál es su desarrollo intelectual.
La inteligencia no es igual a CI. Este es simplemente una medida, un número, un rasgo de la inteligencia que tenemos todos en mayor o menor medida. Este principio está bastante influido por la premisa de Darwin sobre la selección natural y la ascendencia de los individuos.
Las medidas de las inteligencias se realizaron en sus inicios para evaluar las diferencias que existían entre los individuos. Hoy, aunque no se consideran puntuaciones reales, se tienen muy en cuenta. El uso menos positivo o más crítico de los test de CI es el bajo sesgo sobre el que están construidos.
Han sido usados desde para el retorno de inmigrantes hasta para personas con bajos recursos cognitivos. Algunos grupos totalitarios los usaron en el pasado en el movimiento de la eugenesia. Además, el CI no es una marca fija puesto que la inteligencia es fluctuante, se obtiene siempre en comparación a otros. Por lo tanto, con quien se compara es la clave para saber qué uso se quiere dar a las pruebas.
Los test se emplean en:
- Selección de personal.
- Orientación vocacional o profesional.
- Elección u orientación académica.
- Investigación clínica para ver niveles cognitivos.
Tipos de evaluación del CI
Desde que se hicieran los test de Simon-Binet, se han trabajado mucho los test de inteligencia, y se utilizan con garantías en múltiples contextos.
Hay básicamente dos:
- La escala de inteligencia adulta de Wechsler.
- Matrices progresivas de Raven.
Estos test se constituyen de diferentes cuestiones en cada una de ellas, evalúa un componente de la inteligencia, en bloques comportamentales:
- Inteligencia verbal: conjunto de capacidades que tenemos para comprender, usar, aprender y experimentar el lenguaje. Textos, vocabularios, palabras, sinónimos, todos ellos son signos de una inteligencia verbal alta.
- Inteligencia numérica: conjunto de capacidades asociadas con el cálculo matemático, ya que son los más usados para medir la inteligencia.
Desarrollo de la inteligencia
La pedagogía y la neuropedagogía estudian la inteligencia como parte del proceso de aprendizaje humano, elaborando técnicas y métodos que faciliten el aprendizaje a los niños y adultos. Los neuropedagogos han demostrado mucho interés en aspectos relacionados con la inteligencia, sus medios y los factores, tanto psicológicos y biológicos como culturales o sociales.
La inteligencia también está vinculada al comportamiento, y eso es mucho más complicado. Si analizamos a los seres humanos, especialmente a los niños, encontramos que todavía tenemos mucha herencia de nuestros ancestros, los homínidos, ya que la evolución de su cerebro nos ha sido legada directamente de ellos.
La humanidad y la creatividad es algo tremendamente asociado a la inteligencia, tenemos mucho instinto. Por tanto, nuestras sociedades y nuestras escuelas han sido creadas por medio de acuerdos, pactos, alianzas y contratos que tienen que ver con las formas de inteligencia.
Algunos de los condicionantes más importantes de la inteligencia son:
- Factores hereditarios.
- Factores biológicos.
- Factores ambientales: educación, motivación, hábitos de vida sanos, etc.
En neurociencia, hemos aprendido que los dos hemisferios cerebrales tienen las mismas informaciones pero que las procesan de modo muy diferente. Porque cada uno de nosotros tenemos una predisposición genética a usar más uno que otro. También tenemos entornos culturales y contextos de aprendizaje que promueven más uno que otro.
Ser o no ser inteligente es un problema, a veces, para los profesores, para los padres y para el contexto. Porque, si no se tiene la preparación ideal, ni la motivación, ni la sensibilidad oportuna para darles a estos niños la atención y la estima que requieren, será difícil tratarles. No porque ser inteligente sea un problema, sino porque el abordaje desde la normalidad no contempla la diversidad de la mente.
A veces, me llegan niños superdotados con trastornos de personalidad, depresiones y síntomas varios (TDAH, etc.); muy a menudo, estos síntomas no son más que el mecanismo de defensa de su pequeño cerebro, tratando de decirnos “déjame en paz”. A veces, llegan a fracasar en los estudios, tienen problemas emocionales, educativos, sociales, afectivos, etc.
¿Por qué ser inteligente puede ser un problema? No es lo mismo ser inteligente si eres un hombre o una mujer. Por eso, es imprescindible que se trabaje en el aula métodos variados para detectar la inteligencia precozmente y abordar su enriquecimiento en un programa.
¿La inteligencia hace a los sujetos más felices? Estoy segura que la mayoría de vosotros habéis dicho que no. ¿Es eso un signo de inteligencia? Tenemos la mentalidad que, si somos inteligentes, no podemos ser felices, y eso de una manera u otra lo transferimos a nuestros alumnos. Hemos llegado a preferir ser menos inteligentes y un poquito más felices.
La inteligencia tiene que abrir muchos mundos de la mente, no cerrarlos, capacitar a los niños para pensar, investigar, moverse, reírse y ser felices, porque siempre estamos aprendiendo y también jugando. Una de las cosas más importantes para los humanos es ser felices. Los estudiantes que son superdotados o no tan dotados, a veces, tienen problemas relacionales, como someterse a la disciplina de un profesor; o cumplen estrictamente con lo que se les pide, pero están frustrados por dentro. Tienen sus tics, sus manías y sus modos de hacer, pero lo más importante es que nosotros vamos a nuestros alumnos felices.
¿Son tus alumnos inteligentes y felices? Necesitamos sentirnos amados y eso es lo más importante. Ser más o menos inteligente no garantiza la felicidad. A veces, vemos a grandes genios que han sido tremendamente infelices.