Si, en el diseño de la planta, se estima la presencia de sólidos de gran dimensión o de una gran cantidad de arenas en el agua bruta, conviene incluir, en el inicio del proceso de instalación, un mecanismo de retención de estos grandes sólidos; este resulta ser un pozo situado a la entrada del colector de la depuradora, de tronco piramidal invertido y paredes muy inclinadas, con el fin de acumular los sólidos y las arenas sedimentadas en una zona concreta donde se puedan retirar de una forma eficaz.
A este pozo se le conoce como pozo de gruesos/muy gruesos. Este está provisto una reja fija, llamada reja de muy gruesos, que no es más que una serie de perfiles de acero situados en vertical en la entrada a la planta que frenan la entrada de troncos o materiales demasiado grandes que destrozarían o atascarían la entrada de caudal en la planta.
La retirada de los sólidos se realiza, habitualmente, con cucharas anfibias o bivalvas de mecanismo electrohidráulico. Los residuos retenidos con esta operación se depositan en contenedores para, a continuación, transportarlos a un vertedero o llevarlos a incineración.
En esta parte del proceso, el trabajo del operario consistirá en la retirada de estos grandes sólidos para evitar que estos impidan la llegada del agua residual al resto del proceso, y la de limpiar el fondo del pozo para que no se genere anaerobiosis y malos olores. También debemos vaciar el contenedor de forma regular; si esto no es posible, utilizar un contenedor cubierto.
El suelo donde está ubicado el contenedor, tiene una serie de raíles, perfiles metálicos; son vigas de acero que sobresalen 1 o 2 cm del suelo con el objetivo de evitar que, al dejar o recoger el contenedor, este se desgaste. Estas vigas es recomendable situarlas también en el fondo del pozo de muy gruesos puesto que la cuchara puede deteriorar el suelo del pozo.
Posterior al paso por el pozo de gruesos, se realiza el desbaste.
El desbaste consiste en hacer pasar el agua bruta a través de una reja.
Las rejas manuales se utilizan para ayudar a proteger bombas y tornillos en caso de que sea necesario su uso para elevar el agua hasta la estación depuradora antes del desbaste. También se utilizan junto a las de limpieza automática, cuando estas últimas están paradas o fuera de servicio.
En la parte superior de la reja, se sitúa una placa perforada por la que se depositarán los residuos rastrillados a un contenedor donde se acumularán temporalmente hasta que se lleven a vertedero.
Con el propósito de facilitar suficiente superficie de reja para la aglomeración de basuras entre limpieza y limpieza, es importante que la velocidad de aproximación del agua bruta a la reja sea de unos 0,45 m/s en caudal medio. Si es necesaria más superficie para reducir la velocidad, se puede conseguir ensanchando el canal de la reja y colocando esta con una pendiente más suave.
La principal ventaja de las rejas automáticas es que evitan los problemas de atoramiento y es menor el tiempo que precisan para su mantenimiento. Una reja mecánica está habitualmente protegida por una reja fija de barrotes más separados (50-100 mm), diseñada generalmente para limpieza manual, pero que deberá ser también automática en el caso de instalaciones importantes o si el agua bruta llega muy cargada de materias gruesas. De los diversos tipos de mecanismo, el más usado resulta un peine móvil, que frecuentemente limpia la reja, retirando los sólidos retenidos para su extracción.
Las rejas pueden ser curvas o rectas; a su vez, la limpieza puede ser por la cara anterior o por la cara posterior, teniendo cada tipo de limpieza sus ventajas e inconvenientes.
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