Un buen docente es alguien que logra que sus estudiantes aprendan, comprendan y se interesen por el conocimiento.
Este tipo de docentes reúnen un conjunto específico de cualidades que les permiten transmitir el conocimiento de la forma más óptima posible a sus alumnos, procurando así su desarrollo integral.
Existen muchas cualidades que un buen docente posee, pero en este artículo nos enfocaremos en cinco de las más importantes.
Ver también: ¿Qué significa ser un docente inclusivo?
Las 5 cualidades de un buen docente
1. Vocación
La vocación es el deseo genuino de educar, guiar y contribuir al desarrollo de los estudiantes.
Un docente con vocación se preocupa por el crecimiento personal y académico de sus alumnos, disfruta del proceso de enseñanza y busca mejorar constantemente para brindar la mejor educación posible.
Lamentablemente, como sucede en cualquier industria, en el sector educativo no todos los profesionales tienen verdadera vocación. Algunos ejercen la docencia sin un interés real por la educación, perjudicando el aprendizaje y la motivación de los estudiantes.
Por eso enfatizamos la vocación como una cualidad esencial en un buen docente, ya que esta marca la diferencia entre alguien que únicamente transmite determinada información y alguien que, por el contrario: inspira, motiva y deja una huella positiva en la vida de sus estudiantes.
Un docente que carece de vocación puede manifestar algunos de los siguientes signos:
- Las clases son monótonas.
- No se comunica del todo bien con sus alumnos.
- Siempre usa los mismos métodos de enseñanza y no se adapta.
- Se nota desmotivado y con mala actitud.
- Trata a los alumnos con indiferencia o poco respeto.
- No se esfuerza por mejorar ni aprender cosas nuevas.
Estas cosas no suelen suceder en un docente apasionado por la enseñanza, ya que este disfruta de su labor, se preocupa por sus alumnos y busca que realmente aprendan.
2. Empatía
Creemos que la empatía es otro de los rasgos fundamentales de un buen docente. Cuando de hablamos de un docente empático, estamos refiriéndonos a un profesor que comprende integralmente a sus alumnos, se interesa por su bienestar y se adapta a sus necesidades concretas.
Dado que cada alumno tiene su particular forma de aprender, así como su propio ritmo de aprendizaje, un docente empático podrá detectar rápidamente esas diferencias y ajustar en consecuencia sus métodos de enseñanza para que todos puedan avanzar de la mejor manera posible. Así, este docente no trataría a todos por igual en un sentido rígido, sino que brindaría un tipo de apoyo u otro dependiendo de cada caso.
Las dificultades que experimenta un alumno a la hora de aprender solo las sufre él, pero un docente con empatía está en capacidad de reconocerlas y hacer algo al respecto. Esto es muy apreciado, sobre todo por aquellos alumnos que necesitan de más apoyo para progresar en su aprendizaje.
Por todo esto y más, es que destacamos la empatía como una cualidad deseable en un docente, porque es una herramienta poderosa para potenciar el aprendizaje y el bienestar general de los alumnos.
3. Paciencia
Enseñar no siempre es un proceso rápido ni sencillo. Por esta razón, si un docente carece de esta cualidad, su enseñanza puede volverse frustrante tanto para él como para sus alumnos, pues los estudiantes pueden sentir presión, miedo a equivocarse o desmotivación si perciben impaciencia en su tutor.
Entendamos que un alumno siempre querrá aprender de la forma más rápida posible, bien sea porque quiere seguir el ritmo de sus demás compañeros y/o porque siente ansiedad por cumplir con las expectativas de sus profesores y familiares. No obstante, para muchos estudiantes, esto no es posible, y si en estas situaciones no existe comprensión ni paciencia por parte del docente, los alumnos pueden frustrarse hasta tal punto de querer abandonar el esfuerzo por aprender.
La paciencia es una virtud maravillosa que los buenos docentes tienen, y es una de las cualidades más valoradas por los alumnos, pues saben que, gracias a ella, no serán juzgados por sus errores, sino apoyados en su camino de aprendizaje.
4. Comunicación
La comunicación es una habilidad fundamental para cualquier docente, ya que de ella depende la claridad con la que transmite sus conocimientos. Si un docente no puede expresar sus ideas de forma clara, estructurada y comprensible, los alumnos seguramente tendrán dificultades para entender y, en consecuencia, su aprendizaje se verá afectado.
Es por eso que un docente no únicamente debe dominar su área de especialización, sino que también debe saber cómo explicarla. En este sentido, a cualquier centro educativo le debería importar más la capacidad de un docente para comunicar y enseñar efectivamente, que el hecho de tener un alto nivel de conocimientos en su materia. De nada sirve un experto en un campo si no puede transmitir sus ideas de forma clara y motivadora para sus alumnos.
Por otro lado, está la escucha activa, que es una forma de comunicación en sí misma. Al contrario de lo muchos podrían creer, la comunicación no es nada más hablar, sino también saber escuchar. La escucha activa es prestar atención plena a quien está hablando. En el ámbito educativo, es una habilidad que permite poner atención no solo a las palabras del alumno, sino también a su tono de voz, expresiones faciales y lenguaje corporal. De esta manera, con solo escuchar y mirar, el docente podrá detectar si un estudiante está confundido, desmotivado, ansioso o si necesita apoyo extra. Muchas veces, los alumnos no expresan abiertamente sus problemas de aprendizaje (puede ser por timidez, por miedo al juicio o porque ni siquiera son conscientes de ellas). Sin embargo, un docente que practica la escucha activa puede identificar estas señales y actuar en consecuencia.
5. Adaptabilidad
Consideramos como buen docente a aquel que siempre está en constante evolución, ya que el universo educativo es altamente dinámico. Ser adaptable en este contexto significa muchas cosas:
- No quedarse solo con lo que ya sabe, sino actualizarse con nuevas ideas y formas de enseñar.
- Si algo no funciona con los alumnos, probar otra manera de explicarlo hasta que lo entiendan.
- Usar la tecnología a su favor para hacer las clases más dinámicas.
- Adaptarse a los distintos ritmos y formas de aprender, sin exigir lo mismo a todos por igual.
- No perder la calma si algo no sale como estaba planeado y buscar soluciones en el momento.
- Estar dispuesto a salir de la rutina y a mejorar constantemente para ser un mejor docente.
Los estudiantes actuales, más que nunca, esperan que las clases sean dinámicas, participativas y adaptadas a sus intereses y al contexto del mundo real. Si el docente no se adapta a estas expectativas, puede perder la conexión con su grupo y reducir la efectividad del aprendizaje.
Por tanto, un buen profesor no se queda estancado, sino que se adapta, evoluciona y siempre busca la mejor manera de enseñar.