La neurociencia educativa se apoya en la idea de que tanto los procesos de aprendizaje como las respuestas emocionales son diferentes. En el caso de los docentes, tener conocimientos en esta disciplina les permite desarrollar herramientas y estrategias que faciliten el aprendizaje de los alumnos.
En los últimos años, esta disciplina ha estado en el centro del debate. La neurociencia estudia el desarrollo del sistema nervioso y se subdivide en varias categorías:
- Afectiva: tiene que ver con las emociones
- Cognitiva: se refiere a la creación y control de pensamientos, memoria, lenguaje ,etc
- Conductual
- Clínica: atiende a los trastornos del sistema nervioso, tarea que desarrollan los psiquiatras, entre otros
En líneas generales, se podría decir que la neurociencia educativa relaciona el cerebro con las experiencias del aprendizaje, traslada los conocimientos neurocientíficos al ámbito de la educación con el objetivo final de conseguir un aprendizaje óptimo y más eficaz. Además, es muy útil a la hora de trabajar con trastornos como la dislexia.
Como explica C. López-Escribano (2007): “Ningún estudio neurobiológico de las dificultades de lectura podría considerarse completo sin una revisión de evidencias comportamentales. En esta línea, los estudios funcionales del cerebro han mostrado déficit en personas con dislexia durante la realización de tareas de procesamiento fonológico, auditivo y visual, utilizadas previamente en estudios comportamentales”.
La educación emocional para descubrir su potencial
Si eres, o quieres ser profesor, tienes que saber que este ámbito te dará la posibilidad de conocer cómo aprenden tus alumnos y así poder crear un plan educativo ajustado a sus necesidades. Así evitarás perder el tiempo enseñando cosas que no van a retener, o diseñando juegos con los que no van a aprender igual que si lo hicieras con otro enfoque. Se trata de buscar la utilidad en la enseñanza.
Tener este conocimiento de tus alumnos te permitirá ayudarles a que desarrollen su máximo potencial en las áreas en las que más destaquen. ¿Cómo sabrás cuáles son? Su cerebro no se activa igual ante un estímulo u otro, ni aprende de la misma forma con uno u otro método.
La principal defensa de la neurociencia educativa explica que las emociones y el estado de ánimo afectan de manera positiva o negativa a las funciones cerebrales y, por tanto, a las habilidades de aprendizaje. Del mismo modo, hay otras causas que inciden en el aprendizaje, como son la genética y los factores ambientales (higiene del sueño, alimentación, etc.)
Despertar las emociones para que el cerebro se ponga en marcha
En este sentido, es necesario que como profesor o profesora despiertes emociones en tus alumnos. El dinamismo, la creatividad y el planteamiento colectivo serán claves para conseguir que el cerebro funcione a pleno rendimiento. Las actividades vinculadas con los sentidos, tales como la música o la plástica, servirán para despertar la curiosidad y favorecer el autodidactismo, entre otros logros.
La neurociencia implica caminar sobre seguro, entender que cada uno tiene sus particularidades a la hora de aprender y, sobre todo, darse cuenta de que no es necesario acumular un volumen ingente de información.
Otra de las novedades que trae esta disciplina es la importancia que concede al entorno social, a la interacción, al aprendizaje cooperativo. Y sin duda, es fundamental que los niños adquieran desde pequeños habilidades de trabajo en equipo para poder enfrentar en el futuro situaciones de desacuerdo o estrés.
Un docente revalorizado
Además, convertirte en un docente con formación en neurociencia educativa te revalorizará como profesional especializado en un ámbito relativamente nuevo, incipiente. La Universidad de Alcalá cuenta con un Master en Neuropsicología en el ámbito educativo con el que se trabaja de manera focalizada y en profundidad el ámbito de la neurociencia y la neuropedagogía, las inteligencias múltiples y las intervenciones socio-educativas en la población escolar actual.
Entre otras habilidades, el alumno adquirirá la competencia de trabajar con estrategias de programación didáctica dirigidas a un colectivo específico, conocer el funcionamiento de procesos motivacionales o atencionales o de profundizar y perfeccionar la práctica de la educación contemplativa.
La realidad es que la neurociencia educativa se está incorporando de forma muy lenta en las aulas, debido a que se trata de un área en la que todavía queda mucho por descubrir, además de contar con el lastre de la rigidez del sistema de enseñanza.
No obstante, el futuro es prometedor gracias a las investigaciones de los expertos, como Eilon Vaadia, que en un coloquio reciente explicaba lo siguiente: "El cerebro es una máquina que crea nuevas realidades sobre la base del pasado y el presente, y aprende a predecir el futuro: así es como evoluciona la imaginación. La imaginación es lo que nos hace creativos, lo que nos hace humanos".