Hace referencia a la incertidumbre asociada al rendimiento de la inversión debida a la dificultad potencial en hacer líquido el activo poseído. Cuanto mayor dificultad se encuentre en vender el activo, sin tener que ofrecer una rebaja sustancial en su precio, mayor será el grado de riesgo de liquidez que conlleve.
La liquidez implica tanto la posibilidad de convertir en dinero un activo como el que sea innecesario rebajar su precio para poder venderlo. Así, está claro que un activo invendible es ilíquido, pero también adolece de falta de liquidez el activo enajenable cuyo precio debe ser rebajado ostensiblemente para poderlo colocar. Por ejemplo, si usted posee un chalet valorado en medio millón de euros y debe rebajar su precio hasta 300.000 euros para poder venderlo, usted tiene un activo poco líquido; el caso opuesto es el de una acción ordinaria que cotice en el mercado continuo de la Bolsa de Madrid puesto que se puede vender instantáneamente sin tener que rebajar su precio.
El riesgo de liquidez, por tanto, se plantea particularmente cuando hay alguna razón para pensar en que hay que vender un activo con cierta urgencia. Si ésta última no existiese tampoco habría que preocuparse demasiado de dicho riesgo.
La falta de un mercado secundario ágil, que es la causa principal del riesgo de liquidez, puede ocurrir porque el activo sea demasiado reciente como para haberse podido crear canales de comunicación que permitan ponerse en contacto a compradores y vendedores. Claro que otra causa es que existan pocos compradores y vendedores.
Así, una sociedad anónima que tenga cincuenta socios tendrá unas acciones muy poco líquidas porque sólo tiene cincuenta vendedores potenciales, lo que comparado con las varias decenas de miles que tienen las grandes empresas, da una idea clara de la falta de liquidez de aquéllas. También, en los momentos de pánicos o crash de los mercados de activos financieros o reales (inmuebles, por ejemplo) la iliquidez aumenta debido a que la oferta de activos es mucho más grande que la demanda de los mismos.
En todo caso y como regla general, aquellos activos que no sean idénticos, o no estén normalizados, tienden a tener un mercado secundario menos activo y menos eficiente; es decir, menos líquido.
El ejemplo de los bienes tangibles es claro, imagínese usted intentando vender un automóvil antiguo, unos diamantes, unas monedas, sellos, obras de arte, etcétera, donde sus mercados secundarios no son tan eficientes como los mercados financieros, porque su negociación entraña unos riesgos, al ser activos únicos, cuyo valor se determina después de haberlos examinado detenidamente.
La liquidez de un activo tiende a descender conforme el coste de transferir su propiedad aumenta. El precio ofertado por el comprador viene determinado, en parte, por los costes en los que debe incurrir para hacerse con su propiedad. Así, por ejemplo, si un intermediario financiero adquiere un rublo ruso sabe que corre un riesgo mayor al poseerlo que si adquiere un dólar, porque la probabilidad de que aquél se deprecie antes de revenderlo es mayor que la de la divisa americana, por dicho motivo reducirá el precio de compra del rublo y aumentará su precio de venta, es decir, aumentará su diferencial comprador/ vendedor (bid/offer spread).
Todos los activos, sean o no financieros, tienen diferencias comprador/vendedor (explícita o implícitamente). Cuanto más grandes sean estos diferenciales, menor será su grado de liquidez y, por ende, mayor su riesgo de liquidez, y viceversa.
Otro factor que afecta al grado de liquidez de un activo es el tamaño relativo del mismo. Un activo, que generalmente se considera líquido, puede dejar de serlo si un inversor desea una gran cantidad del mismo de forma inmediata; piense en que si usted desea adquirir 100 acciones de Telefónica no habrá ningún problema en adquirirlas a su precio actual (o con una pequeña elevación) pero si usted desea vender inmediatamente 1.000.000 acciones la cosa cambia y es posible que deba aceptar una rebaja en el precio.
Por regla general, los activos financieros a corto plazo suelen ser más líquidos (y, por tanto, tendrán menor riesgo de liquidez) que los activos a largo plazo. Los activos que tengan un mercado secundario eficiente serán más líquidos que los que lo tengan ineficiente o simplemente carezcan de él; por esta razón los activos financieros suelen tener menor riesgo de liquidez que los no financieros (tangibles, por ejemplo).