By Blog de CEUPE on Lunes, 23 Julio 2018
Category: PSICOLOGÍA

El despertar mindfull de la mente: sine qua non

Comprender nuestro cerebro, es comprender también nuestra mente. Quedando así demostrado que la relación de cuerpo, mente y cerebro es real. Focalizar la atención en una parte del cuerpo, hace que aumente también nuestra intención, memoria, concentración, motivación, rendimiento o resiliencia.

En el siglo XXI, es necesario comprender este proceso neurobiológico, alfabetizarnos no solo en términos de lo que sucede dentro de nosotros, sino también de lo que les está pasando a nuestros órganos internos. El estudiante debe de comprender mediante la observación qué es la neuroplasticidad, para que puede servirle comprender el mecanismo de las neuronas espejo y como esto le puede servir para el desarrollo de su inteligencia, aprender, comprender y expresar sus múltiples posibilidades.

Si pudiésemos compararlo a alguna época de la antigüedad, sin ninguna duda la época que estamos viviendo es la Edad de Oro de la Neurociencia. Una era donde el aprendizaje basado en la comprensión puede abarcar tantas áreas del saber, que ofrezca nuevas perspectivas de la condición humana y sus procesos. Hasta ahora lo más significativo que hemos aprendido es que el aprendizaje es para toda la vida y que nuestra mente es flexible, así como nuestro cerebro.

Los descubrimientos sobre la estructura del cerebro y la mente, no han hecho más que comenzar. Desde cómo afecta la inteligencia musical a nuestras estructuras cerebrales. Que incidencia puede tener el ejercicio físico o el yoga en el desarrollo de la neuroplasticidad. Como podemos crear nuevas conexiones, en qué medida los patrones neurológicos pueden ser modificados. Las neurociencias son ciencias jóvenes llenas de posibilidades, pero quizás lo más significativo es que tienen una gran capacidad para maridarse con múltiples disciplinas; constituyendo entonces un campo de infinitas posibilidades (Davidson, 2003).

En el futuro nuestros estudiantes no estudiaran solo una disciplina, sino múltiples. No observaran, evaluaran o expresaran un trabajo desde tan solo una inteligencia o una mente, sino desde múltiples. Eso exige un grado de apertura por el cuerpo docente, las instituciones y los estudiantes… a la hora de permitir que evolucionen en nuevas áreas del saber.

El cerebro como una metáfora

Pídele a un niño que describa su cerebro como una metáfora y posiblemente te diga que lo ve como un ordenador, como una red de comunicaciones muy rápida. Sería mejor pensar que el cerebro es un músculo que se vuelve más fuerte con el uso. El cociente intelectual no es una cosa estática, sino en construcción. De la misma manera que nos hacemos fuertes con el ejercicio, podemos fortalecer nuestras capacidades intelectuales a través del aprendizaje.

Si los niños son capaces de ser entrenados y se les permite esta mirada de crecimiento abierto, la inteligencia crece sin esfuerzo. Los alumnos que tienen una mente abierta, están dispuestos a confrontar desafíos, aprender de los errores, ver las críticas como una oportunidad en lugar de verlas como un motivo de lucha.

Si la inteligencia no es estable, tampoco la mente lo es. Eso es muy positivo porque podemos aprender y entrenar a través de ejercicios que fomenten la resiliencia, persistencia y constancia de aquellas tareas que pueden resultar difíciles. Entrenando los músculos de la mente, entrenamos el pensamiento; entrenando el pensamiento, entrenamos las emociones, percepciones y sensaciones.

Mente, cerebro y educación son los conceptos clave en los que nos tenemos que alfabetizar a la hora de enseñar. Básicamente, empezar comprendiendo que:

  1. El cerebro es tan único como el rostro, no hay dos cerebros iguales.
  2. Todos los cerebros son distintos en contexto, aptitudes y neurobiología.
  3. El cerebro cambia con cada experiencia por neuroplasticidad.
  4. El cerebro es totalmente plástico.
  5. El cerebro tiene capacidad de conectar las informaciones o datos más antiguos con los más nuevos, incluso sin conocerlos en profundidad.

Si damos a los niños la oportunidad de aplicar el aprendizaje, especialmente a través de actividades auténticas y personalmente significativas, con evaluaciones constructivas, los hechos pasan de ser puros datos memorizados a banco de memoria experiencial relacionable. Las neuronas que se activan juntas se interconectan creando sinapsis de aprendizaje.

Estas actividades cerebrales suceden de manera única y excepcional en cada ser humano. Al tratar a un niño como especial o con atención diferenciada, le estamos privando de que pueda hacer sinapsis por contexto más profundo. También estamos privando a la clase de aprender de las conexiones de los individuos neurodiversos. La neurodiversidad es el valor más importante de la mente, equivalente a la biodiversidad en el planeta.

La importancia de preparar el cuerpo para preparar la mente

El cerebro, como el cuerpo, necesita estirarse, relajarse y ejercitarse. La actividad cardiovascular incrementa el flujo del oxígeno a la sangre, incrementando la capacidad de concentrarse. Hay una relación directa entre el ejercicio físico y el aprendizaje; por eso, actividades como el yoga o el taichí debería estar al principio de la jornada educativa.

Al cerebro se le entrena cuanto más temprano mejor. Sabemos que todos los niños aprenden mucho antes de ir a la escuela por primera vez. Cuando les cuento a los padres que aprendan de sus hijos, no acaban de comprenderlo. Ahora sabemos que en el cerebro hay cien mil millones de neuronas durante los primeros 2.000 días de vida. Por eso, los inputs que un niño recibe de pequeño son muy importantes.

Si hacemos un escáner cerebral a un niño a medida que su mamá le habla, veríamos cómo va cambiando su cerebro a medida que escucha una nana, cómo se mueve al encontrarse con otros niños, desarrollando conexiones. Sería fundamental que los gobiernos invirtiesen en la educación antes de llegar al jardín de infancia. Porque, si el niño llega listo por aprender desde casa, aprende. Amar, hablar y jugar son cosas que los padres pueden enseñar desde muy pequeños.

¿Cómo se regenera nuestro cerebro?

El cerebro se regenera en cada momento, sobre todo en el abismo claro de la mente, por la noche (en los sueños). Quizá, por eso dormimos, porque el día, con la consciencia siempre alerta y atenta a las cosas del mundo, se pierde en los detalles del laberinto del logos. El sueño nos nutre porque pertenece al infinito mientras que el día se llena de cosas finitas, casi siempre fútiles, banales y llena de incongruentes agendas, de esfuerzos inútiles por hacer lógico lo ilógico.

Quisiéramos sentir que este tiempo que vivimos tiene sentido, que es algo valioso. Por eso lo invertimos, lo gastamos o lo malgastamos. Así pensamos que la vida humana se puede medir solo en términos de tiempo. Y con una humana crueldad y fiereza intentamos lanzar la flecha en la diana del presuntuoso espíritu humano del tiempo, intentando acercarlo o alejarnos, pero el espíritu no puede ser atrapado.

Creyendo que nuestro razonamiento diurno puede valer en la noche. Pero, ¿qué pasa en nuestro cerebro cuando dormimos? Podemos fantasear todo lo que queramos con los ojos abiertos para regenerarnos, sin éxito. Podemos incluso creernos que nuestras fantasías, en las que fluctúan nuestras imágenes, son reales. Las imágenes están repletas de fabulas, reinas del sueño, son la fuerza creativa que habita en el reino del sin tiempo, del espíritu profundo; pero necesitamos dormir para regenerarnos, necesitamos el sueño.

Sabemos, gracias al estudio realizado por Washington University de Saint Louis (2005), que los trastornos del sueño pueden favorecer el surgimiento de la enfermedad de Alzheimer. En un estudio de 100 sujetos entre 45 y 80 años, aquellos que presentaban un sueño más largo y prolongado presentaron el nivel de proteína beta-amiloi de inferior respecto a los otros sujetos. Por tanto, tienen menos probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Por eso está bien saber que el insomnio puede ser curado con un trabajo de mindfulness. Dormir bien es fundamental para la salud del bienestar y para la relación cuerpo-mente. El insomnio y el trastorno del sueño afectan a una de cada tres personas en el mundo. Un reposo insuficiente provoca estrés, cansancio, una bajada del sistema inmunitario y pone en riesgo el desarrollo de otras enfermedades degenerativas.

Mindfulness ofrece un protocolo y una guía profunda experimentada en el ámbito científico sobre cómo practicar una serie de ejercicios que te ayudarán a trabajar: sueño leve y despertar brusco, ronquidos, aprendiendo cómo prepararte para un sueño profundo integrador… (Davidson, 2003).

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