La educación basada en evidencias es aquella que se sustenta en investigación científica para determinar qué estrategias educativas son más efectivas para mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje.
Es decir, según la evidencia disponible, se aplican prácticas pedagógicas que han demostrado ser eficaces en el logro de los objetivos educativos, priorizando así el uso de métodos respaldados por resultados científicos.
En el ámbito educativo se persiguen una diversidad de metas, tales como:
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Incrementar el desempeño escolar de los alumnos. Más precisamente, aumentar la tasa de logro académico de los estudiantes en diversas áreas de estudio, como matemáticas, ciencias, y lenguaje.
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Facilitar la transición entre diferentes niveles educativos. Por ejemplo, de la escuela primaria a la secundaria, o de la educación secundaria a la educación superior.
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Estimular el desarrollo de habilidades socioemocionales. Estas son, entre otras: inteligencia emocional, empatía, comunicación y colaboración.
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Propiciar el desarrollo de competencias del siglo XXI. Básicamente, aquellas habilidades consideradas esenciales para el éxito en la sociedad actual, la cual es caracterizada por rápidos cambios tecnológicos, sociales y económicos.
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Reducir las brechas de aprendizaje entre diferentes grupos de estudiantes. A saber, disminuir las disparidades en el rendimiento académico que existen entre diversos grupos de estudiantes, como aquellos de diferentes niveles socioeconómicos, étnicos, culturales o de habilidades. Aquí se busca que cada alumno alcance su máximo potencial educativo.
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Propulsar la equidad y la inclusión en el sistema educativo. Esto es, crear un entorno educativo donde todos los estudiantes, sin importar sus características culturales, étnicas, intelectuales, o de género, tengan igualdad de oportunidades para aprender y tener éxito.
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Preparar a los estudiantes para enfrentar las adversidades del mundo laboral y social actual. Esto implica dotarlos con las habilidades y el conocimiento necesario para navegar con éxito en una sociedad y un mercado laboral que se encuentra cambiando continuamente.
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Potenciar el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Supone, por un lado, estimular la capacidad de los estudiantes para analizar de manera reflexiva la información, evaluarla objetivamente y llegar a conclusiones que estén fundamentadas. Y por otro lado, implica desarrollar habilidades para abordar problemas de forma sistemática, identificar soluciones potenciales, evaluar sus ventajas y desventajas, y seleccionar la mejor opción para resolver la situación.
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Incitar la participación activa y el compromiso de los estudiantes en su proceso de aprendizaje. Este aspecto se logra mediante la creación de un entorno de aprendizaje que suscite la curiosidad, la exploración y la participación activa de los estudiantes en su propio proceso de aprendizaje. Al hacerlo, se busca que los estudiantes no únicamente sean receptores pasivos de información, sino que además sean figuras activas, capaces de construir su propio conocimiento.
Con la educación basada en evidencia, dichos objetivos son en principio más alcanzables (con ciertas limitaciones, que veremos a continuación), ya que, como hemos mencionado, se utilizan enfoques pedagógicos respaldados por investigaciones rigurosas que han demostrado su efectividad en contextos educativos reales.
El inconveniente de la educación basada en evidencias
Un problema evidente de este enfoque es que no existe investigación suficiente para abordar todos los problemas relacionados con la educación. Es decir, puede haber áreas de la educación donde la investigación es limitada o, en peores casos, inexistente.
Por ejemplo, si queremos saber qué métodos de enseñanza son más efectivos para estudiantes con discapacidades de aprendizaje específicas, es posible que nos encontremos con una escasez de evidencia empírica que respalde intervenciones concretas en este campo.
Situaciones como estas pueden dejar a los educadores sin una guía clara sobre cómo proceder.
Por tanto, si bien esta metodología puede ser útil para mejorar las prácticas educativas en muchas áreas, debemos tener en cuenta que su aplicación puede ser limitada en contextos donde la investigación aún no ha generado suficiente evidencia para respaldar el uso de determinadas estrategias.