“Lo que nos diferencia de otras especies (o, al menos, eso es lo que sabemos hasta ahora) es cómo usamos nuestra inteligencia en relación a la conciencia. El órgano mayor de aprendizaje es el cerebro.”
Recomendación previa, leer:
Desafíos para el educador en neurociencia
El mayor desafío para un educador en neurociencia es crear un entorno resonante que sea enriquecido, libre de amenazas, seguro y cerebro-compatible. ¿Qué ocurre cuando el estudiante, la persona sobre la que pretendemos influir en su aprendizaje, no tiene un cerebro compatible con el nuestro? Hablo de influir y de enseñar, no de manipular, favoreciendo e influenciando en el aprendizaje, evitando que el estudiante perciba amenazas en un entorno seguro, o resonante (Koncha Pinós-Pey – reflexión).
¿Qué sucede cuando no se dan esas claves? De nuevo tenemos que ir al cerebro, vamos a hablar de tres partes fundamentales que inciden en el proceso de aprendizaje. El tálamo, parte del cerebro encargada de la recepción de la señal de todo lo que está pasando, codificándolo de modo sensorial y redistribuyéndolo a las diferentes partes del cerebro. La amígdala y el hipocampo, que trabajan la memoria. La amígdala es donde alojamos nuestra memoria emocional, que ya está madura cuando nacemos, posibilitando que guardemos memorias desde el vientre materno. El hipocampo también guarda memorias, pero contextuales. Termina de madurar a los tres años, por eso es difícil recordar acontecimientos anteriores a esa edad.
Cuando yo recuerde un suceso o un contexto, lo que recordaré será el lugar, las caras, los olores, etc. Este contexto se aloja en el hipocampo. Pero cuando lo que recuerde sea algo de carácter emocional, será la amígdala la encargada de almacenar esos datos. Por ejemplo, muchos alumnos que sufren de claustrofobia o de angustia, han nacido con una vuelta de cordón umbilical. Este sentido de presión en el nacimiento ha hecho que se grabara una memoria en la amígdala, por lo que cuando se vea amenazada su supervivencia, relacionada o no con el contexto en el que se produjo, aparecerá dicha memoria, por lo que rechaza o evita la situación
El tálamo, que ha recogido toda la información, la mandará a la amígdala, evaluando si es placentera o peligrosa. En caso de que atente contra mi supervivencia, preparará mi cuerpo para las situaciones emocionales relacionadas con la supervivencia básica: huida, miedo o agresión. Estos tres mecanismos se activan cada vez que sucede, por ejemplo, una situación en la que percibo algún estímulo amenazante. De igual manera, son estos tres mecanismos los que se activan cuando estoy aprendiendo; por ejemplo, cuando percibo que el profesor no me quiere, que un compañero se ríe de mí o que no soy capaz de aprender matemáticas. Todo esto lo recoge la amígdala y, con sus redes de memorias antiguas, hará que tengamos una reacción de lucha: defensiva, ofensiva, huida, evitación, bloqueo o inhibición.
En ocasiones, tenemos alumnos que, pese haber estudiado y haber mostrado interés en la materia, en el momento de realizar el examen, se les queda la mente en blanco. Esto se debe a que la amígdala ha percibido una amenaza (real o no) en el medio y ha preparado el cuerpo para una reacción emocional. Puede ser que esta reacción se deba a que alguien nos dijera algo o simplemente que sintiéramos miedo, con lo cual no es una cuestión de estudiar más o menos, sino una reacción de amenaza primaria al examen. Por eso, ante esta amenaza, real o no, la amígdala se dispara.
¿Qué aspectos debemos considerar para tener en cuenta un entorno resonante? Podemos valorar muchos aspectos, como los aspectos físicos, aquellos que están relacionados con los procesos o las características del docente. No me voy a centrar en aspectos físicos, ya que son propios del sentido común, pero también podemos mencionar una base pedagógica y científica detrás de cada uno de dichos aspectos.
¿Qué pasa si hay poca luz en un aula? Sabemos que la luz incide en la glándula pineal, que incide a su vez en la serotonina y, por tanto, en la forma en la que nosotros procesamos el aprendizaje (modo seguro o inseguro). Así, la luz es muy importante en el aula: tanto si es luz natural o como si es luz artificial, pero siempre tiene que ser adecuada. La melatonina ayuda a fijar los procesos mentales. Otros aspectos que también inciden son, por ejemplo, la posición de las mesas y las sillas.
Son destacables las características del docente: inteligencia emocional, pensamiento lateral pleno y liderazgo situacional. Estas características son importantes en el ámbito de la neurociencia. El pensamiento lateral está muy vinculado con el concepto del liderazgo situacional en el aula, materia que trabajaremos profundamente en los módulos de inteligencias múltiples.
¿Qué quiere decir ser un maestro o un educador resonante situacional? Que tendremos que adaptar nuestro estilo de liderazgo al grupo, a la persona y al momento concreto además de ser muy flexibles, abiertos y capaces de incluir todos los estilos de aprendizaje, modificándolos con cada alumno, adaptándome así a cada área que queramos desempeñar.
Supongamos que un alumno sea bueno en lengua y necesite ayuda en lógica, o bueno en ciencia y no en emoción. En algún caso tendremos que ser líderes científicos, en otro líder más afectivo (de uno a uno), en otro más afirmativos (para vincular), en otro más democráticos... Si queremos ser educadores resonantes tenemos que ser educadores situacionales o inclusivos y dar a cada uno de ellos lo que necesitan.
Sobre los aspectos de los procesos, es bueno tener en cuenta:
- La agenda del desarrollo del aula. Agenda diaria para representar las actividades, ya sea con iconos o dibujos o bien con textos.
- Ser capaces también de dar feedback resonante a los alumnos. Formular consignas y objetivos claros.
- Respetar periodos atencionales.
- Cubrir todos los estilos de aprendizaje.
- Favorecer el máximo de herramientas mentales.
El cerebro sabe lo que va a pasar porque ya se lo hemos dicho al alumno al inicio de la clase. Es importante dar esa agenda diaria para que fije objetivos, metas y fines. Darle al alumno la posibilidad de ver todos los objetivos que va cumpliendo hace que se sienta capaz y que se motive para conseguir más.
Cuando se pregunta a un niño pequeño si es inteligente, la mayoría dice sí sin pensarlo. Cuando se pregunta a un adulto, casi siempre lo duda. Esto es una consecuencia de ese viaje por los estímulos frustrados del proceso de aprendizaje. Es justo lo que tenemos que evitar, que el alumno pierda la capacidad innata de ser inteligente y que se sienta una víctima de procesos de aprendizaje frustrados.
Hay una frase de Howard Gardner, en su libro La mente desescolarizada (1997) que dice: “Los niños van a la escuela como signos de interrogación y salen como puntos finales”. ¿Cuántos de vosotros pensáis que sois inteligentes? ¿Quién os ha dicho si lo sois o no? ¿Qué pruebas tenéis? ¿Cómo evaluáis que un alumno es inteligente?
Los conjuntos de herramientas mentales también son muy importantes en términos de neurociencia. Por ejemplo, la memorización significativa o el desarrollo de funciones ejecutivas, o ayudar a los alumnos a realizar mapas mentales que fijen el conocimiento.
A la hora de explicar una regla, los ejemplos son fundamentales independientemente del número de veces que hayamos dado dicha regla porque, cuando tenga que demostrar lo que sé en cada ocasión, lo que se va a poner en juego es la amígdala y, en momentos de tensión, podemos llegar a olvidarnos de lo más importante.
Me gustaría acabar este artículo, dando un ejemplo sobre cómo usar la neurociencia en función de los diferentes estilos de aprendizaje. Imagínate que tengo que trasmitirte un concepto que no conoces. Podría trasmitírtelo a través de una definición, de un ejemplo contextualizado, por características, sinónimas, reflexión, representación gráfica, estrategia mnemónica, rima, representación kinestésica... ¿Qué hace la neurona en estos casos? Si doy la definición, la neurona mandará información a la zona de lingüística; si hablo rimando, irá a las zonas musicales y, si es una representación kinestésica, irá a las áreas visoespaciales. Cada unidad de aprendizaje se graba en una zona del cerebro con cada ejemplo. Como consecuencia, habré activado todas las áreas del cerebro para enseñar un mismo concepto, consiguiendo que la persona tenga un proceso de aprendizaje múltiple. Este proceso es mucho más inclusivo que usar un solo canal y, además, ayuda a la memoria a corto, medio y largo plazo, favoreciendo la gimnasia mental.
El máximo desafío de este post es comprender como la neurociencia se vincula a la neuroeducación en tres conceptos: el contenedor resonante, los recursos de aprendizaje basados en las inteligencias múltiples y el liderazgo situacional en el aula.
Acabamos con una frase de Santiago Ramón y Cajal: “El logro más trascendental del hombre debería ser la conquista de su propio cerebro”.
Continuación...