El cambio climático ya no es una teoría o un tema de discusión futurista; es una realidad que estamos enfrentando ahora mismo. Las temperaturas globales han aumentado aproximadamente 1.2°C desde la era preindustrial, y el consenso científico es claro: la actividad humana, especialmente la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural, es la principal culpable. ¿Por qué importa esto? Porque un aumento de 2°C o más podría desencadenar efectos devastadores: más incendios forestales, huracanes más intensos, sequías prolongadas, y el derretimiento del hielo polar que amenaza con elevar el nivel del mar, afectando a millones de personas. Es a raíz de estos problemas donde entran las energías renovables.
¿Qué son las energías renovables?
Las energías renovables son aquellas que provienen de fuentes naturales que se regeneran constantemente, como el sol, el viento, el agua y el calor del interior de la Tierra. En distinción con los combustibles fósiles, estas fuentes no se agotan y no generan emisiones de gases de efecto invernadero durante su uso. Aquí te explico brevemente cada una:
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Energía solar: Utiliza paneles fotovoltaicos o sistemas solares térmicos para captar la energía del sol y convertirla en electricidad o calor. Actualmente, la energía solar tiene el potencial de cubrir 100 veces el consumo energético global anual, según la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA).
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Energía eólica: Aprovecha la fuerza del viento mediante aerogeneradores. Datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE) muestran que la capacidad eólica global alcanzó los 650 GW en 2020, evitando aproximadamente 1.1 gigatoneladas de CO2 anualmente.
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Energía hidroeléctrica: Genera electricidad a partir del agua en movimiento, generalmente en presas. Aunque ya es una tecnología madura, representa alrededor del 60% de toda la electricidad renovable producida en el mundo.
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Energía geotérmica: Aprovecha el calor del interior de la Tierra. Esta fuente tiene el potencial de generar energía de forma continua, independientemente del clima.
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Biomasa: Utiliza materia orgánica (como residuos agrícolas o forestales) para producir energía. Aunque no es completamente "libre de carbono", su impacto es significativamente menor que el de los combustibles fósiles.
Reducción de emisiones de CO2: El corazón del asunto
Ahora bien, hablemos del quid de la cuestión: las emisiones de CO2. En 2019, las emisiones globales de CO2 alcanzaron los 33 gigatoneladas (Gt). La quema de combustibles fósiles para la producción de energía representa casi el 75% de todas estas emisiones. ¿Por qué son un problema? Porque el CO2 es uno de los principales gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera.
Las energías renovables, al no depender de la quema de combustibles fósiles, tienen un potencial inmenso para reducir estas emisiones. Por ejemplo, la AIE reporta que las energías solar y eólica juntas evitaron más de 2.6 gigatoneladas de CO2 entre 2010 y 2018. Esto equivale a las emisiones anuales de más de 600 millones de automóviles. Si se logra una transición global masiva hacia las renovables, podríamos ver una reducción del 70-80% de las emisiones de CO2 para 2050, como proyecta el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).
Diversificación energética y seguridad
Asimismo, no es nada más reducir emisiones; es también diversificar nuestras fuentes de energía para no poner todos los huevos en una sola canasta. Dependemos en gran medida de los combustibles fósiles que provienen de regiones políticamente inestables. Esto, además de tener un costo económico enorme (piensa en las fluctuaciones del precio del petróleo), también representa un riesgo para la seguridad global.
Las energías renovables pueden ayudarnos a reducir esta dependencia. Dinamarca, por ejemplo, genera más del 50% de su electricidad a partir de fuentes eólicas, y este país apenas ha sentido el impacto de las crisis del petróleo de los últimos años.
Obstáculos en la transición
Hasta aquí todo suena genial. Pero la transición a las energías renovables no está libre de retos. Primero, el costo inicial de instalación de infraestructuras como paneles solares, aerogeneradores o plantas geotérmicas, puede ser bastante elevado. Sin embargo, los costos están disminuyendo rápidamente. Por ejemplo, el costo de la energía solar ha caído en más del 85% en la última década, y el costo de la energía eólica ha bajado más del 50%.
Otro obstáculo es el almacenamiento. ¿Qué pasa cuando no hay sol o viento? Aquí es donde entran las tecnologías de almacenamiento, como las baterías de iones de litio o incluso innovaciones como el hidrógeno verde, que pueden almacenar energía de forma eficiente. Aún estamos en las primeras etapas, pero los avances están ocurriendo rápidamente.
Además, existe la resistencia política y económica de aquellos que se benefician del actual sistema basado en combustibles fósiles. Aunque muchos gobiernos están implementando políticas pro-renovables, todavía queda mucho camino por recorrer. En muchos países, los subsidios a los combustibles fósiles superan a los que se otorgan a las energías renovables, creando un campo de juego desigual.
La realidad de los números
Los ejemplos reales son los que mejor muestran lo que es posible. Costa Rica es un excelente caso de estudio. Durante varios años, ha generado casi el 100% de su electricidad a partir de fuentes renovables, principalmente hidroeléctrica, eólica, y geotérmica. En 2020, más del 99% de su electricidad fue renovable. Mientras tanto, Alemania, a pesar de ser una economía altamente industrializada, ha logrado generar más del 40% de su electricidad de fuentes renovables y tiene planes de alcanzar un 80-95% de reducción de emisiones para 2050.
China, el mayor emisor de CO2 del mundo, también ha hecho inversiones masivas en energías renovables. Aunque sigue dependiendo mucho del carbón, está liderando en la expansión de energía solar y eólica. En 2021, el país agregó más de 100 GW de capacidad renovable, lo que representa aproximadamente el 70% de la capacidad de nueva energía global instalada ese año.
Por tanto, las energías renovables son esenciales en la lucha contra el cambio climático
Las fuentes de energía limpias son fundamentales para frenar el cambio climático porque ofrecen una alternativa limpia a los combustibles fósiles. Al no generar CO2 durante su funcionamiento, pueden reducir drásticamente las emisiones globales de gases de efecto invernadero. En consecuencia, la transición hacia estas fuentes de energía es imprescindible para limitar el calentamiento global y evitar los peores efectos del cambio climático.