Con frecuencia, la ventaja competitiva se interpreta como algún tipo de superioridad de la empresa sobre sus competidores. Pero la ventaja competitiva no consiste tanto en superar a la competencia sino en generar un valor único para el consumidor y generar sus propios beneficios.
La ventaja competitiva consiste en que tu seas capaz de funcionar a un coste inferior al de tus competidores y vender tu producto a un precio superior a la media del sector.
Los beneficios y los costes reflejan la ventaja competitiva. Se trata de la excelencia en la eficiencia. Cuando eres eficiente, el rendimiento de tu inversión aumenta y cuando no, disminuye.
En una estrategia empresarial de trabajo, la ventaja competitiva es la mayor eficiencia.
Cómo se mide la capacidad de la industria
La capacidad de la industria se mide por la rentabilidad. Esto debe compararse con los resultados de tus competidores que operan en condiciones similares a las tuyas.
Hay que tener en cuenta que las medidas de rendimiento como la cuota de mercado, el crecimiento de la empresa, los márgenes de ventas y el valor para los accionistas no determinan la ventaja competitiva. Cuando se tiene una ventaja competitiva, tu rentabilidad debería estar constantemente por encima de la media del sector. Así podrás fijar precios más altos que tus competidores y/o funcionar con costes más bajos.
La rentabilidad crece a partir de precios sostenidamente más altos, costes sostenidamente más bajos o una combinación sostenible de ambos. Así, la máxima rentabilidad depende de dos componentes, el precio relativo y los costos relativos:
- Precio relativo. Puedes fijar un precio más alto en el mercado si tu producto es único y valioso para el cliente. Se crea más valor para el cliente y éste está dispuesto a pagar un precio más alto que los competidores. El precio es un derivado de la diferenciación. Si el cliente está dispuesto a pagar más, significa que has creado algo que es único y valioso.
- Costos relativos. Surgen cuando consigues producir tu producto a un costo menor que el de tus competidores. Para conseguirlo, hay que encontrar formas más eficientes de crear, producir, vender y dar servicio a lo que se ofrece al mercado. Esta ventaja puede provenir de la mejora de tu eficiencia operativa, así como del uso más eficiente del capital.
Entendemos que la ventaja competitiva es la máxima eficiencia que se deriva de unos precios más altos y/o unos costos más bajos.
Herramienta que puede emplearse para que una empresa suba y/o baje precios
Evidentemente, hay que tener en cuenta todas las actividades de la empresa a través de las cuales se crea valor para el cliente.
El valor se crea diseñando, fabricando, vendiendo, entregando y dando soporte a tu producto. Porter dio nombre al proceso de creación de valor, la cadena de valor.
Es posible realizar la misma configuración de actividades que tus competidores, en cuyo caso estarás luchando por el título de mejor empresa del sector. Este enfoque no te dará una ventaja competitiva duradera. Esto se debe a que las mejores prácticas son copiadas muy rápidamente por los competidores.
Si ves cada actividad no sólo como un costo, sino como un paso que debe generar valor para el cliente, estás en el buen camino para crear una ventaja competitiva y desarrollar una estrategia para integrarla en tu cadena de valor.
De este modo, se convertirá en una estrategia eficaz para hacer crecer tu negocio.
Una estrategia de desarrollo empresarial es un plan de acción que te llevará al máximo rendimiento.
Aprovechar al máximo el rendimiento tiene que ver con tu capacidad de crear y captar valor para tus clientes, asegurando que tu posicionamiento en el sector te proteja de las 5 fuerzas que diluyen los beneficios.
La estrategia empresarial óptima se pone a prueba con las 5 fuerzas:
- Tu capacidad para crear una propuesta de valor única.
- Tu capacidad de adaptar tu cadena de valor para crear un valor único para el cliente.
- Tu capacidad para mantener una ventaja competitiva renunciando a ciertas actividades.
- Tu capacidad para mantener todas las actividades de la cadena de valor alineadas y en consonancia con tu estrategia de desarrollo.
- Tu capacidad para perseguir de forma coherente y continua la estrategia elegida.
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